Jueves, 13 de Febrero 2025

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“De letras no se come”

Por: Jonathan Lomelí

“De letras no se come”

“De letras no se come”

Esta confesión me sonroja un poco, pero comprendan que tenía sólo 17 años.

Aquel día que, sentado en el banquetón del CUCSH frente a Control Escolar, elegí “Letras Hispánicas” como carrera, tenía en mente una sola idea: vivir un voto de pobreza, sólo con lo esencial.

Todo cambió un semestre antes de acabar la licenciatura. Allí descubrí que mi rechazo a la docencia, combinado con los 36 pesos la hora que cobraba en la UNIVER como profesor de Literatura, pintaba difícil. La “pobreza digna” rozaba peligrosamente la mendicidad.

Y la tabla de salvación del periodismo, a la postre razón de vida, no rendía frutos…

La conversación en redes y los mensajes de lectores sobre mis recientes columnas “La crisis del pensamiento crítico” y “Sin fines de lucro” me dejaron algunas ideas que ahora comparto.

Este calendario 2025-A, la UdeG tuvo una reducción de 66% de aspirantes a Letras, Filosofía, Antropología, Sociología y Geografía en comparación con el calendario 2014-A (pasaron de 344 a 117).

Mi historia ejemplifica los prejuicios históricos hacia las ciencias sociales y humanidades que sólo se han acentuado. Nadie que quiera hacerse rico estudia Sociología o Filosofía. El problema comienza cuando esa renuncia a la riqueza se convierte en un juego del hambre.

Un estudiante me escribió esto: “Considero que como joven una de las características principales para estudiar una carrera es el índice de empleo que tendrás al ser egresado de la carrera”.

¿Quién puede reprochárselo? Habrá excepciones, pero a los 17 años uno ve el futuro como un objeto maleable, lejano y favorable.

A eso se suma la presión social y las expectativas de círculos cercanos en torno a la prosperidad deseable de cualquier profesionista (un mito que ahora se extiende a la mayoría de profesiones).

La crítica de cine Annemarie Meier ratificó una idea central de esta discusión: el sistema educativo responde con rapidez sólo al mercado.

Egresados y profesores plantearon ideas para enfrentar el problema: mayor vinculación laboral; actualizar los planes de estudio y consolidar las plantillas de profesores que pasaron de ser académicos de renombre, ahora jubilados, a jóvenes profesores de asignatura precarizados.

También es necesario corregir un problema estructural: dotar de mayores contenidos de humanidades y ciencias sociales el bachillerato, lo que ayudaría fortalecer el pensamiento crítico desde temprana edad.

Porque como dijo un lector: “De letras no se come”. Y parafraseando a la filósofa Martha C. Nussbaum: ni sólo de desarrollo económico vive el hombre.

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