Sábado, 01 de Febrero 2025

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Atados a EU

Por: Rubén Martín

Atados a EU

Atados a EU

Se cumplieron. Las amenazas lanzadas por Donald Trump durante su campaña electoral se están convirtiendo en riesgos presentes para distintos países de América, México y Canadá en primer lugar, en temas como migración, comercio y seguridad. 

El presidente derechista y racista de Estados Unidos confirmó ayer viernes por la tarde, desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, que comenzaría imponiendo aranceles a México, Canadá y China en productos como microchips, petróleo, gas y acero a partir del 18 de febrero. Apenas el jueves por la tarde había declarado que impondría tasas de 25 por ciento a México y Canadá y de 10 por ciento a China, a partir de hoy, 1 de febrero. La amenaza fue confirmada la mañana del viernes por la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt: “A partir de mañana, esos aranceles estarán vigentes. Estas son promesas hechas y promesas cumplidas por el presidente”, dijo “, dijo Leavitt a los periodistas en la Casa Blanca.

Vale la pena remarcar el lema que está siendo repetido una y otra vez por los funcionaros del segundo gobierno de Donald Trump: “Promesas hechas y promesas cumplidas”. Trump prometió en campaña que haría deportaciones masivas, que impondría aranceles a las naciones que no tratan justamente a su país y que quiere el control del Canal de Panamá y de la isla de Groenlandia. 

Y para hacer ver a sus electores que está cumpliendo sus promesas de campaña, ya comenzó las deportaciones de migrantes, no importa si han cometido delitos en Estados Unidos o no; ya puso fecha al cobro de aranceles; y Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado, comenzó una gira por países centroamericanos que incluyen a Panamá, donde seguramente se hablará de la intención de controlar el canal interoceánico que cruza esa nación centroamericana. 

Pero como el agresivo negociante que es, parece que Donald Trump ladra más alto de lo que en realidad muerde. Hasta ahora las deportaciones no son más altas que en periodos de los gobiernos demócratas de Obama y Biden y no está claro cómo puede cumplir su amenaza del Canal de Panamá y de Groenlandia por medios diplomáticos o incluso ofertando un dinero por la isla dependiente de Dinamarca, como ha ofrecido. En el caso de los aranceles, sin duda los habrá, pero no generalizados, sino específicos y antes tendrían que desahogarse paneles de controversia que México y Canadá pueden invocar como países firmantes del T-MEC. 

A pesar de este contexto todavía incierto, lo único claramente cierto para México es la extrema vulnerabilidad que tenemos con el imperio del Norte. La sociedad mexicana no tendría por qué padecer incertidumbre y riesgos potenciales por las decisiones que tome el presidente en turno de Estados Unidos, si nuestra economía no estuviera atada a la economía estadounidense. 

Según datos de la propia Secretaría de Economía del Gobierno federal, las exportaciones mexicanas dependen 83.% de Estados Unidos, y nuestras compras son superiores a 40 por ciento. Ningún otro país del mundo depende de otro económicamente como México de Estados Unidos, según explicó el doctor en economía del ITESO Luis Ignacio Román en entrevista en Radio UdeG. Estamos en extremo atados a la economía de Estados Unidos y de ahí proviene nuestra vulnerabilidad ahora ante las amenazas de Donald Trump. 

Pero esta dependencia no la creó Trump, sino la propia clase gobernante mexicana, que desde hace unos 40 años comenzó a apostar por la integración económica y comercial con Estados Unidos, prometiendo que ese modelo de desarrollo traería prosperidad y bienestar para la población a través de la acumulación de capital mediante inversiones en la industria y la agricultura, que a su vez crearía empleos en empresas orientadas a las exportaciones hacia Estados Unidos. Algunas cifras macro-económicas como la atracción de capital, flujos comerciales, y balanza entre exportaciones e importaciones podrían indicar que la apuesta resultó exitosa. 

Sin embargo, economistas críticos del tratado comercial con América del Norte, como José Luis Ceceña y José Luis Calva advirtieron siempre que la integración económica con la economía estadounidense aumentaría el riesgo de la dependencia no sólo económica sino política con la potencia del Norte. Tal como ahora está ocurriendo. Estamos atados a Estados Unidos y en ello pagamos la penitencia.

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