El feminicidio de Astrid y su hijo de 16 años sacudió a Jalisco y avivó la indignación ante la impunidad. Este 8 de marzo, cientos de mujeres y colectivos han tomado las calles para recordarla, exigir justicia y gritar por las que ya no están.Desde la Glorieta la Minerva se respira dolor, rabia, resistencia, pero más que nada unión y hermandad.La marcha no solo es por ella, sino por todas las víctimas de feminicidio en un país donde la violencia contra las mujeres no cesa y donde la impunidad sigue siendo la norma. Se oye “no somos una, no somos diez, p*nche gobierno cuéntanos bien”.Entre las asistentes, hay quienes conocieron la historia de Astrid por los medios, otras a través de redes sociales, y algunas más porque han vivido el dolor en carne propia. “Iba conmigo en la primaria, vengo por ella, es mi primera marcha”, nos comparte Elsa que viene acompañada con su hija de 10 años.“Era una mujer feliz y me pesa muchísimo que le haya pasado eso. Necesitamos marchar y gritar, hacer algo para que nuestras hijas tengan más libertad y no tengan miedo de salir y como mamá pensar en que si van a regresar o no”La indignación crece cuando se recuerda que el feminicida ya había asesinado antes y que, aun así, el sistema le permitió caminar libre de nuevo.“Yo de chica sufrí una violación y nadie me creyó. Ahora vengo por mi sobrina que no quiero que nadie la toque. Eso me motiva a marchar hoy”, nos compartió Suri, una mujer de 26 años que sostiene una pancarta con la frase “Soy la niña que tocaron, pero ahora soy la tía de las niñas que jamás tocarán”.El 8M es un día de memoria, pero también de lucha. Para muchas, la marcha de este año representa un antes y un después en la forma en que se exige justicia.“Todo se contagia, nuestro grito se hace más fuerte para exigir justicia por las que ya no están. No queremos que falte ni una más”, expresó Andrea Lupita junto a su hija.Mientras el contingente avanza, el eco de un solo mensaje resuena en las calles “¡Vivas nos queremos!, ¡No es desfile, es protesta!". YC