La administración del gobernador Pablo Lemus Navarro está a punto de cumplir sus primeros dos meses de actividad, después que inició el pasado 6 de diciembre un trayecto de seis años. ¿Cuáles son los cambios que se han operado y que son notorios en Jalisco, a la vista de una convivencia obligada con el proyecto de Gobierno de Claudia Sheinbaum y una narrativa pública que no deja de ser polarizante?Dos meses son muy pocos para una visión certera del destino de este Gobierno, pero de acuerdo con lo que atestiguan quienes están en la operación cotidiana de la actividad gubernamental, hay rutas claras.Hagamos una revisión rápida.En el espacio del Gobierno estatal hay cambios evidentes. El primero, aunque parezca obvio, es que se eliminó toda influencia del ex gobernador Enrique Alfaro Ramírez. Si el anterior mandatario se radicó en España -como se supone- y está dedicado al futbol, no interviene en la operación de Gobierno. Diferentes funcionarios que estuvieron muy cerca o dentro del círculo de influencia de Alfaro, hoy tienen claro que quien gobierna se llama Pablo Lemus y sus directrices pasan por una permanente exigencia de resultados.Hoy las influencias y las relaciones pesan muy poco o nada.Lemus mantiene un contacto permanente y fluido con actores que han trabajado en los últimos años en el área de influencia de Movimiento Ciudadano, pero el diálogo se limita principalmente a proyectos, operación y resultados. En otras palabras, el espacio para “grillar” quedó sumamente limitado.El gobernador, como era previsible, mantiene una agenda cercana con la sociedad organizada, ya sea de las cúpulas empresariales, universidades, académicos, iglesia u organizaciones civiles. Y no se diga con los diferentes grupos políticos. Su estilo es directo y no deja lugar a confusiones o sobreentendidos. Donde se justifican apoyos, se aportan de inmediato; donde el trabajo y los objetivos no son claros, queda la posibilidad de más diálogo, pero el espacio se agota rápidamente.La forma de operar es práctica y enérgica.Es evidente, también, que el nuevo gobernador está decidido a mantener comunicación con la sociedad civil sin representantes, pero con demandas claras: desaparecidos, inseguridad, infraestructura, necesidades básicas. En este espacio cosecha buenos resultados, como lo hizo también cuando fue alcalde de Zapopan y Guadalajara.En la relación con los municipios, la directriz quedó establecida desde antes de ocupar su oficina en Palacio de Gobierno: se requieren proyectos de obra y de políticas públicas para justificar apoyo económico del Gobierno estatal; no hay dádivas sino correspondencia. Esto ha dejado desarmados a los grupos políticos que tradicionalmente manifestaron su inconformidad en el Congreso del Estado y en otros espacios, al exigir justicia en la distribución del presupuesto.Hay ejemplos claros. En el caso de los “pueblos mágicos”, Lemus les exigió proyectos de promoción para poder entrar en una bolsa de apoyo presupuestal. En el caso de Puerto Vallarta, donde gobierna Luis Munguía, del Partido Verde pero allegado a Morena, se garantizaron recursos para infraestructura y desarrollo turístico, aunque no sea un espacio de Movimiento Ciudadano; incluso al interior de Morena hay molestia con la cercanía que el presidente municipal ha tenido con el gobernador.En la relación con el Gobierno federal, la estrategia de Lemus Navarro ha sido clara y exitosa: relación respetuosa y permanente; eliminación del discurso político y propuestas concretas para la Presidenta Claudia Sheinbaum. La correspondencia se dificultó al principio pero se avanza en un entendimiento productivo.La ruta, se reitera, es clara en el ejercicio del nuevo Gobierno.