El pasado 11 de marzo se cumplió un año de la privación ilegal de la libertad que, molestos por mi quehacer periodístico, sufrí a manos de un grupo de cinco hombres fuertemente armados al salir de Megaradio, la casa de Líder Informativo, noticiero radiofónico que emitimos de lunes a viernes.A lo largo de estos 12 meses, algunas desde el mismo día que me liberaron tras 36 horas de cautiverio como en Televisa Guadalajara, donde laboro, y otras luego de mi regreso, semanas y meses después, a mi actividad periodística, he platicado de esa traumática vivencia con colegas que me han pedido entrevistas al respecto.Una de ellas fue con mi colega Omar García, a quien agradezco que, junto con Cristian David Rodríguez Pinto, hayan publicado justo a un año del hecho un reportaje en Canal 44, que también es mi casa televisiva, y en el que recapitulan lo sucedido y todos los factores que gravitaron antes, durante y después de la agresión que confirmó a México como uno de los países más riesgosos para ejercer el periodismo.En ese texto, queda explicada la campaña de difamación que se montó desde el poder para desvirtuar lo sucedido y hacerlo parecer como una simulación. A ninguno de los que orquestaron esa infamia les deseo, sin embargo, un solo minuto de lo que padecí en ese episodio.Tengo la convicción de que los periodistas no debemos ser la noticia. Por eso dudé en volver a escribir de esa terrible vivencia que acotó para siempre mi libertad y la de mi familia.Confieso que también dudaba hacerlo por lo difícil que es revivir aquellos difíciles momentos. Concluí que había que hacerlo, hoy y cuantas veces sea necesario, por el compromiso y agradecimiento a mi gremio periodístico que siempre estuvo ahí y para que eso contribuya a que no se repita una agresión más a ningún colega. También para honrar el respaldo de lectores, radioescuchas y televidentes que acompañaron con su solidaridad y oraciones a mi familia en esos inenarrables días de angustia y dolor.El año uno de mi rapto coincidió con el caso del rancho Izaguirre, que dimensiona de cuerpo entero la crisis humanitaria de las desapariciones que ha provocado en Jalisco y en México el creciente poder corruptor del narco. Por eso aplacé hasta hoy la referencia a cómo van las investigaciones del caso en la Fiscalía estatal.En el expediente 19446/2024, que comprende ya mil 900 fojas, no queda esclarecido aún quiénes fueron los autores materiales, mucho menos los que ordenaron privarme violentamente de mi libertad. Hay dos hombres, padre e hijo, vinculados a proceso por haber sido sorprendidos pintando la camioneta en la que me secuestraron.Nada más.