Lunes, 03 de Febrero 2025

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De Tala a Teuchitlán

Por: Jaime Barrera

De Tala a Teuchitlán

De Tala a Teuchitlán

Además de paraíso huachicolero, Tala es considerado por investigadores y mandos policiales (en el retiro y en funciones) como la cuna de las desapariciones y de los centros de adiestramiento criminal.

Una cosa llevó a la otra. Los grupos delincuenciales se vieron en la necesidad de ampliar las filas de sus milicias de sicarios y empezaron con el reclutamiento forzoso de hombres, principalmente jóvenes, en este municipio jalisciense y luego en otros de la misma región. Los sobrevivientes adiestrados empezaron con las privaciones ilegales de la libertad de grupos antagónicos hasta que este lastre se fue generalizando y las desapariciones en Jalisco se convirtieron en la crisis humanitaria que hoy padecemos.

Al menos desde el 2012 se empezaron a acumular testimonios de padres de familia que reportaban y denunciaban que sus hijos habían sido “levantados” por hombres armados que se los llevaban en camionetas.

Basta recordar cómo, en septiembre de 2014, el vicario de la parroquia de Tala, Alfredo Gómez, convocó a una misa a petición de los fieles del municipio para hacer oración por los desaparecidos, que desde dos años antes ya eran constantes en esa comunidad.

“La idea de realizar la misa surge al ver la cantidad de personas desaparecidas, entonces la gente habla con nosotros y nos pide que realicemos una misa para recordarlos, la gente convocó a los asistentes a venir de blanco, como signo de paz”, declaró el religioso hace ya más de una década, cuando reconoció también que, en toda la Región Valles, los sacerdotes recibían amenazas de los grupos delincuenciales para no predicar de ese problema.

Era cuando en México se calculaban 22 mil 322 desaparecidos, 10 por ciento de los cuales eran de Jalisco. Alrededor de dos mil 015 casos según el entonces Registro Nacional de Personas Desaparecidas. Cifra ya inadmisible pero que estaba lejos de las 15 mil desapariciones que hoy nos afligen.

El hallazgo del miércoles pasado por parte del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República de un campo entrenamiento criminal en el que detuvieron a 36 hombres y 2 mujeres en el municipio de Teuchitlán, en la misma Región Valles, demuestra que aunque desde hace una década se empezaron a detectar en Tala los primeros campamentos criminales en las montañas de la zona, el problema se sigue agravando.

En esta finca donde se daba entrenamiento delincuencial, sólo siete eran originarios de Jalisco y ninguno de la Región Valles. Una de las mujeres era de Tomatlán, tres de Guadalajara, y uno de Tlaquepaque, Tototlán y Cihuatlán, respectivamente. El resto eran de 11 estados de la República: 15 del Estado de México; tres de la Ciudad de México; tres de Tabasco; dos de Veracruz; dos de Michoacán y uno de Hidalgo, Chiapas, Zacatecas, Guerrero, Oaxaca y Puebla, respectivamente.

¿Se trata también de reclutamientos forzados en estas Entidades y de trasladarlos a Jalisco sin que sepan en dónde están? ¿Cuántos de las y los detenidos tienen denuncia de desaparición? ¿O se trata de una amplia célula criminal perteneciente a algún cártel?

Habrá que ver si, esta vez, sí se despejan estas incógnitas y se empieza de una buena vez a poner fin a más de una década de impunidad que tiene en crisis el problema de las desapariciones en Jalisco y en México.

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