Apenas se han cumplido 25 días de su regreso a la Casa Blanca y lo que ha provocado Donald Trump desde Washington es un caos, que se puede convertir en crisis constitucional interior, pero que puede tener efectos y “reventar” en todos los rincones del mundo. El mandatario actúa en plan dictatorial, como autócrata, amedrentando a países y tomando decisiones unilaterales, respaldado por acciones de sus principales colaboradores en el gabinete que comprueban que el mundo ha cambiado —y para mal— a partir del 20 de enero.Querer apoderarse de la Franja de Gaza y expulsar a los palestinos a Jordania y Egipto, tomar control del Canal de Panamá, “adherir” a Canadá como el Estado 51, imponer aranceles a las importaciones a “diestra y siniestra”, retar al Poder Judicial que se opone a sus órdenes ejecutivas, y eso es sólo una muestra del Donald Trump al que el mundo se va enfrentar en los próximos años.Varios juristas ya han advertido que “es evidente que se avecina una crisis constitucional” por las decisiones tomadas por Trump. “Nunca habíamos visto algo como esto. Los actos sistemáticos inconstitucionales e ilegales crean una crisis constitucional”, dijo Erwin Chemerinsky, profesor decano de la Escuela de Derecho de la Universidad de California, Berkeley.Por su parte, la jueza Sonia Sotomayor de la Corte Suprema de la Nación —quien el martes tuvo una conferencia en la Universidad de Florida—, dijo que los presidentes no son monarcas y deben obedecer las sentencias judiciales, porque si no sucede así “vamos a perder nuestra democracia… Nuestros fundadores estaban empeñados en garantizar que no tuviéramos una monarquía”, mientras que Ben Rhodes, quien fuera consejero de seguridad nacional del presidente Barack Obama, escribió que Trump “es un hombre fuerte, envejecido, reflexionando sobre la expansión territorial para consolidar su legado. En el mejor de los casos, este tipo de política exterior ayudará a dar forma a un orden internacional reformado en oposición a los excesos estadounidenses, y en el peor de los casos, podría acelerar una tendencia global hacia el desorden y el conflicto entre las grandes potencias”.Y a la actitud altanera y prepotente del presidente viene el respaldo de sus colaboradores. Por ejemplo, al freno que el Poder Judicial ha impuesto a varias órdenes ejecutivas firmadas por Trump, el vicepresidente J.D. Vance dijo: “A los jueces no se les permite controlar el poder legítimo del Ejecutivo”, y a la crítica que el Papa Francisco emite sobre el trato a los migrantes que se quiere expulsar de Estados Unidos, que calificó de “indigno”, Tom Homan, el “Zar de la Frontera”, le respondió el martes que “el Papa debería de reparar la Iglesia Católica, concentrarse en su trabajo y dejar que nosotros nos encarguemos de la seguridad fronteriza”.Y ahora, hasta los medios de comunicación, aquellos que “no comulgan” con sus decisiones u opiniones, los hace a un lado, como ya sucedió con la agencia de noticias norteamericana Associated Press, a quien ya le retiró el acceso a las conferencia de prensa en la Oficina Oval de la Casa Blanca, mientras que en el Pentágono le quitó los espacios que CNN y The Washington Post tenían en el inmueble “para rotarlos” con otros medios informativos —que favorecen a la administración—.Así que estamos en la antesala de una monarquía —régimen político en el que todos los poderes corresponden al monarca—, de un dictador —persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica— o un autócrata —que ejerce por sí sola la autoridad suprema en un Estado—.Usted, ¿qué opina?