Han sido demasiados los eventos sobre este tema. En el torbellino de información, es fácil extraviar el análisis entre el ruido. Recapitulemos: 1. Hace unos días, el secretario de defensa estadounidense declaró que las metas de Ucrania eran poco realistas; que no se veía viable que Ucrania pudiese ingresar a la OTAN por ahora, y que Europa es quien debía liderar en el respaldo a ese país, puesto que Estados Unidos tenía otras prioridades en la mira: su seguridad fronteriza y China. Lo de Hegseth es relevante, pues exhibió la disposición de la administración Trump a efectuar concesiones siquiera antes de haber iniciado las conversaciones con Moscú. 2. Luego, la conferencia de seguridad de Múnich mostró lo siguiente: (a) la brecha ideológica entre los liderazgos en Estados Unidos y Europa por el discurso de Vance y las respuestas que recibió; (b) la administración Trump no mostró demasiada disposición a dialogar en los paneles al respecto de Ucrania con sus contrapartes europeas; y (c) Europa y Zelensky entendieron que iban a quedar más aisladas de las conversaciones de lo que ellos mismos inicialmente pensaron. 3. Días después, sobrevino el encuentro de alto nivel entre Estados Unidos y Rusia en la capital saudí. Del encuentro podemos extraer que: (a) La administración Trump desea poner freno a la guerra en Ucrania lo antes posible; (b) también desea restaurar una buena relación con Moscú, lo que incluirá temas que van más allá de Ucrania; (c) para poderlo lograr, y considerando que hoy es Rusia quien tiene la posición de mayor fuerza, la propia Casa Blanca está empezando a adoptar la narrativa rusa. 4. Hay que considerar las limitadas capacidades que hoy tiene Europa para sustituir el rol que Estados Unidos ha jugado en su respaldo a Ucrania. 5. Adicionalmente, ya sabíamos que Putin iba a demandar la cabeza de Zelensky. El presidente ruso considera a ese personaje como un obstáculo para sus metas de largo plazo para Ucrania y para la seguridad rusa. En la narrativa de Putin, Zelensky representa lo peor del régimen nazi e ilegítimo que gobierna Kiev. No es casual, entonces, que, tras las conversaciones de Riad, ahora Trump es quien está haciendo eco de esas narrativas. 6. Hay varios escenarios. Si Europa y Kiev quedan efectivamente marginadas de un acuerdo, podemos esperar que Zelensky recupere parte de la aprobación interna que ha perdido, y eso le permita un margen de maniobra para seguir adelante con la guerra e incluso efectuar movilizaciones de la población más joven en su país. En este escenario, una parte de los países europeos haría todo lo que esté en sus manos para respaldar esta renovada energía por continuar la guerra. Pero si Trump sigue adelante con sus amenazas y elimina definitivamente su respaldo a Ucrania, parece poco viable que Kiev pueda resistir demasiado tiempo. Incluso existe una posibilidad de que Rusia perciba los vientos a su favor y lance nuevas ofensivas sobre Kiev y sobre zonas que Rusia no pudo conquistar previamente, poniendo en riesgo la viabilidad de Ucrania como Estado. También está, por supuesto, el escenario de que Zelensky, evaluando todo el panorama que se está planteando, opte por ceder y negociar los mejores términos que la situación permita. 7. Por último, sólo considerar que, de manera paralela, hay otras dinámicas que también están impactando. Las negociaciones de este y otros asuntos dejaron a la diplomacia de Arabia Saudita muy bien parada. Pero hasta hace un tiempo, Turquía era quien había conseguido mediar entre Rusia y Ucrania, y quien logró negociar acuerdos parciales como el acuerdo de granos. La reacción de Erdogan no se hace esperar y coloca su respaldo del lado de Zelensky, lo que podría añadir una pieza inesperada a la ecuación.