Los tapatíos ya vivimos esta historia hace tres siglos. Guadalajara anunció que en tres meses multará a los ciudadanos por no asear diariamente la banqueta frente a su casa o negocio.El reproche en redes fue unánime: ¿Cuándo multamos a los funcionarios –clamaron– por no reparar las banquetas o garantizar calles iluminadas?El sentimiento anti recaudatorio está a flor de piel.Si esto fuera un gran jurado, habría que escuchar ambas versiones.Verónica Delgadillo apela a la corresponsabilidad de los ciudadanos en la limpieza de la urbe. El argumento es que esta disposición está reglamentada desde hace años y sólo se hará efectiva.De hecho, esta multa se incorporó al reglamento a finales de 2005, durante la gestión de Emilio González Márquez como alcalde tapatío.El artículo 14 del Reglamento de Aseo Público indica como obligación del ciudadano “asear diariamente la banqueta que se encuentra al frente de su casa habitación, local comercial o industrial”.El artículo 16 del Reglamento de Policía y Buen Gobierno también estipula como falta administrativa “omitir la limpieza de banquetas y el arroyo de la vía pública al exterior de fincas”.La Ley de Ingresos 2025 establece que la multa por no asear el frente de tu casa o local es de mil 715 a dos mil 629 pesos.La tesis doctoral de Héctor Hernández Ramos sobre la historia de la basura en Guadalajara relata que, en 1791, el intendente Jacobo Ugarte y Loyola implementó una ordenanza para el aseo de la ciudad que incluyó el barrido de banquetas.Fue una respuesta a un grave problema de salubridad en Guadalajara ante “el mal hábito de arrojar basura en la calle y en las banquetas”.De ahí deriva la costumbre tapatía, cada vez más diluida, de barrer y regar las calles y aceras frente a los domicilios.La ciudad cochina ha sido un problema con el que hemos lidiado desde hace tres siglos, narra el doctor Hernández Ramos en su tesis “Lo irracional de la racionalidad en la gestión de la basura del Centro Histórico de Guadalajara”.Los malos hábitos de tirar basura se han combinado con una gestión de los desechos a veces recaudatoria, casi siempre deficiente y mayormente corrupta.El Gobierno pide cumplir una norma elemental, barrer la acera, pero los ciudadanos sienten que su Gobierno incumple otros acuerdos básicos.Después de tres siglos de políticas fallidas para gestionar la basura, es natural que nos preguntemos, ¿por qué ahora sería distinto?Nadie dijo que sería fácil.