Jueves, 09 de Enero 2025

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Libros prestados

Por: Rubén Martín

Libros prestados

Libros prestados

En estos días de fin de año recordé unos cuantos libros leídos hace años y que quería releer o al menos hojear. Me pesó mucho su ausencia, confirmar que ya no estaban ni en mis libreros ni en mi casa y eso me llevó a dedicar esta columna a reflexionar sobre la práctica de prestar libros y el peso de su ausencia cuando estos textos confiados a un familiar, amigo o conocido, ya no fueron jamás regresados. Son huecos en mis libreros, fantasmas en mi biblioteca.

Eventuales lectores de estas líneas dirán que para qué los prestaba. En mi defensa, diré que en esos años me alegraba compartir un libro, un autor que me entusiasmaba y me hacía la vida más disfrutable. Era la vida sin celular, sin series en streaming, y sí con telenovelas de Televisa y TV Azteca. En ese momento me complacía animar a otros a convertirse en lectores, en compartir la dicha y el placer de leer solo porque era divertido, y de paso te enriquecía la vida.

Pero ahora que extraño varios libros, ya no sé si hice lo correcto. Al menos me hubiera gustado tener estos libros prestados de vuelta. Entre las ausencias que más lamento están dos del gran autor brasileño Rubem Fonseca. El primero es “Historias de amor. Del fondo del mundo prostituto sólo amores guardé para mi puro”, editado aquí en México por Cal y Arena. Una novela breve y una serie de cuentos ingeniosos y mordaces como el mismo Fonseca. Y de él, extraño la compilación de “Los mejores relatos”, editado por Alfaguara.

Extraño un par de libros de Gabriel García Márquez, que aunque he vuelto a comprar, me faltan mis ediciones originales, con anotaciones: “Cien años de soledad” y “El amor en los tiempos del cólera”, la 1º edición que leí de un tirón en unos días de fiebre.

Durante un tiempo me dediqué a leer novelas de espías, policiaca o negra. De esta saga pesan mucho la ausencia de “La chica del tambor”, de John le Carré, una historia actualmente vigente ambientada en el conflicto palestino-israelí. Una de las mayores ausencias es “Asesinato en el Comité Central”, del autor catalán Manuel Montalbán, un genio de la novela policiaca con su detective privado Pepe Carvalho. Otro detective que falta en mis libreros es Héctor Belascoarán Shayne, creado por Paco Ignacio Taibo II en el libro “Cosa fácil”, que tampoco me regresaron. Fernando del Paso, el gran escritor mexicano, también se aventuró a la novela policiaca con “Linda 67”. Yo me aventuré a recomendarla y ya no me la devolvieron.

Dos de mis libros favoritos ya no están en casa: “El vizconde demediado”, de Ítalo Calvino, y “El Evangelio según Jesucristo”, del premio Nobel portugués José Saramago.

Otros libro prestados y no regresados, y que en su momento fueron importantes para mí, son “De perfil”, de José Agustín en la versión original de la editorial Joaquín Mortiz. Dos de Jorge Ibargüengoitia, gran maestro del humor ácido y la ironía: “La ley de Herodes” y “Dos crímenes”. Aunque conservo uno de mis favoritos: “Los pasos de López”. Extraño también “Los muros del agua”, de José Revueltas, gran escritor y un militante comunista y trotskista que estuvo preso en Lecumberri por sus ideas. “Arráncame la vida”, de Ángeles Mastretta, también es un libro no devuelto, así como el ensayo “La CIA en México”, de Manuel Buendía. Otros libros prestados no regresados son algunos de la saga del capitán Alatriste, de Arturo Pérez Reverte y del gran Juan José Millás. Aunque mi libro preferido suyo, “El orden alfabético”, sigue en mis libreros.

Ojalá a los familiares, amigos y conocidos a quienes presté estos libros les hayan sido útiles y les hayan pesado en su existencia, tal como lo hicieran en la mía. Odiaría que sólo los hayan tomado y los arrumbaran sin siquiera leerlos.

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