Mal fue declarado presidente electo de los Estados Unidos el lunes pasado, Donald Trump desenvainó la espada y abrió frentes con todo el mundo. Quiere controlar el canal de Panamá, quedarse con Groenlandia, amenazó a Canadá con convertirlo en el estado 51 de la Unión Americana y cambiarle el nombre al Golfo de México por Golfo de los Estados Unidos. Por si fuera poco, dijo que nuestro país está gobernado por el crimen organizado y que puede derrocar a la presidenta en dos minutos. Todo suena tan disparatado que parece una broma. No lo es.Donald Trump pertenece a una generación, los baby boomers (nació justo en 1946, un año después de terminada la Segunda Guerra Mundial) y a un grupo ideológico de estadounidenses que piensan que su país está llamado a gobernar el mundo, que la política exterior debe regirse sólo por los intereses de su nación y no por el derecho internacional, y que la fuerza y las armas son para utilizarlas, para doblegar.El discurso supremacista, expansionista y la xenofobia del próximo presidente de los Estados Unidos tienen un horrible hedor a nuevo fascismo. El discurso trumpista y de sus huestes naturaliza mucho de lo que en su momento Estados Unidos peleó contra la Alemania de Hitler en la Segunda Guerra, desde la supremacía racial hasta los campos de concentración, ahora para migrantes, y la expansión territorial por derecho propio.La pregunta no es si le creemos o no a Trump, está claro que intentará hacer todo lo que dice, la duda es cuál es el costo para Estados Unidos y para el mundo de tener en la Casa Blanca a un personaje dispuesto a cambiar de esa manera los esquemas de equilibrio y las bases de la democracia de los Estados Unidos.¿Cuál será la reacción de Europa si Estados Unidos agrede a uno de sus miembros, en este caso a Dinamarca?, ¿cómo reaccionará América latina frente a la amenaza de retomar el control del canal de Panamá?, ¿será Rusia un aliado o un enemigo en esta búsqueda de supremacía estadounidense?, ¿camina el mundo hacia un esquema tripolar de poder con Estados Unidos, Rusia y China como puntas de poder?, ¿sobrevivirá la democracia estadounidense, devaluada a los ojos de sus ciudadanos al igual que en el resto del mundo, a un personaje como Trump?Si de algo podemos estar ciertos es que ni Estados Unidos ni el mundo serán los mismo dentro de cuatro años, cuando termine el segundo periodo presidencial de Trump, que sea cual sea el resultado no será mejor y en medio habrá muchas muertes y mucha sangre.