En Jalisco tenemos dos municipios cuyo nombre inicia con Santa María. Uno es Santa María del Oro, ubicado en la Región Sureste del Estado, y el otro es Santa María de los Ángeles, ubicado en la Región Norte. Las poblaciones de ambos municipios viven asoladas por la violencia provocada por los cárteles que se disputan el control de sus respectivas zonas.Cuando alguna corporación policial municipal, estatal o federal, o elementos del Ejército Mexicano les hacen frente para tratar de pacificar esas zonas, son igualmente agredidos.Desde enero del año pasado, Santa María del Oro fue noticia mundial por la explosión de minas antipersonales que entierran los grupos delincuenciales, que mataron a un militar y dejaron heridos a otros seis cuando patrullaban por uno de sus caminos de terracería en los linderos con Michoacán. Por la violencia constante, los pobladores de varias de sus comunidades han dejado sus casas y sus animales para desplazarse a otros sitios, por el miedo a morir en el fuego cruzado de las cada vez más frecuentes balaceras.Casi en esos mismos días, la atención nacional se enfocó en el otro Santa María, el de los Ángeles, cuando un grupo de mujeres wixaritari difundió un video clamando ayuda al líder del Cártel Nueva Generación, ya que su jefe de plaza, “El Rojo” estaba abusando al excederse en el cobro por derecho de piso, extorsiones y robos, por ser el orquestador de desapariciones y también de asesinatos a lo largo y ancho de la Región Norte de Jalisco, en los límites con Zacatecas, que comprende los municipios de Santa María de los Ángeles, Huejuquilla, Mezquitic, Huejúcar, Colotlán, Totatiche, Villa Guerrero, Bolaños, Chimaltitán y San Martín de Bolaños. Un mes después, en febrero, el municipio atrajo nuevamente la atención nacional por otro episodio de violencia extrema, cuando murió una de sus policías y otro de su municipio vecino, Huejúcar, al ser emboscados junto con policías de Colotlán, Mezquitic y Huejuquilla El Alto, por decenas de camionetas de sicarios en esa zona.En este contexto de violencia y de control territorial de los grupos de la delincuencia organizada, ayer pidió licencia para dejar su cargo de alcaldesa Minerva Robles, quien apenas en la elección de junio del año pasado había sido reelecta.La cabecera municipal fue sitiada por decenas de patrullas de la Policía estatal, de unidades y soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Guardia Nacional, que al parecer intervinieron a la corporación municipal.El paso al costado de la edil Minerva nos lleva a pensar cuántos otros presidentes y presidentas municipales como ella están en el mismo dilema de dejar por impotencia el poder, antes que caer en la disyuntiva de la plata o el plomo que les imponen las mafias.jbarrera4r@gmail.com