Viernes, 31 de Enero 2025

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Fascismo a la americana o el huevo de la serpiente

Por: Diego Petersen

Fascismo a la americana o el huevo de la serpiente

Fascismo a la americana o el huevo de la serpiente

Todos somos descendientes de migrantes. En algún momento de nuestra historia uno de nuestros ancestros o nosotros mismos nos movimos de ciudad o de país. El mundo es lo que es por esos valientes que se movieron, que salieron de sus comunidades a buscar algo distinto, fuera porque en su lugar de origen ya no tenían cabida, fuera porque el lugar de destino resultaba muy atractivo. La mayoría de las veces por una mezcla de ambas cosas.

Los migrantes no son ilegales. Viajar sin documentos no es un delito. Es, en el peor de los casos, una falta administrativa. En México hay decenas de miles de estadounidenses con situación migratoria irregular, en la colonia Roma en la Ciudad de México, en Ajijic, en San Miguel Allende, en la Riviera Nayarit o en Tijuana. La criminalización de la migración indocumentada es en sí misma una forma de exclusión. Racializar la migración o la violencia, como en su momento Alemania racializó los problemas económicos de su país, tiene nombre: fascismo.

La decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reabrir la cárcel de Guantánamo para enviar ahí a los migrantes señalados (que no juzgados) de haber cometido un delito es, en la práctica, la creación de un campo de concentración. Culpar del accidente aéreo en Washington a la política de inclusión de los presidentes Biden y Obama y decir que la diversidad sexual lleva implícita una debilidad psicológica es una barbarie. Ni Hitler se habría animado a tanto.

Lo que distinguió a Estados Unidos como nación fue la tolerancia, entender que lo que los hacía grandes era su capacidad para atraer talento, viniera de donde viniera, y de aceptar, desde su constitución hace 250 años, en 1776, la diversidad como riqueza. Hoy, la sociedad estadounidense está incubando el huevo de la serpiente. Es demasiado temprano para vaticinar cuál será el derrotero del trumpismo, si la agresiva política exterior realmente fortalecerá la economía y su posición de fuerza en el mundo, pero de lo que podemos estar seguros desde ya es que, si la sociedad estadounidense no reacciona pronto a estas políticas de exclusión abiertamente fascistas, el debilitamiento cultural será enorme.

Lo que puede salvar a Estados Unidos, generar un equilibrio frente al trumpismo, son las industrias creativas. No sólo son el gran mosaico de la diversidad, sino que representan el 4.5 por ciento del PIB (la industria automotriz, para tener una referencia, representa tres por ciento y el total del sector industrial poco menos de 18 por ciento). Es de ahí de donde puede salir la resistencia a esta especie de fascismo a la americana. (Por eso, y solo por eso, este año no me voy a perder la entrega de los premios Oscar).

diego.petersen@informador.com.mx

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