Otra vez la zona de los límites entre Jalisco y Michoacán fue el escenario de un enfrentamiento entre la Guardia Nacional y el crimen organizado, con un saldo fatal para las fuerzas federales y miembros del Ejército. Ocho muertes en total y horas de zozobra y angustia para quienes circulaban por la carretera de Guadalajara a México.Los límites entre los Estados y, particularmente, en esta zona donde se divide administrativamente a Jalisco de Michoacán, son una ficción. Aquí son las mismas comunidades que están a uno u otro lado del Río Lerma. Una zona con una larguísima historia de grupos de crimen organizado que tienen control de la zona y que han ido ampliando su rango de influencia.Es la misma zona en la que hace 10 años fue emboscada una patrulla de la entonces Policía Federal en Ocotlán, y que la postre derivó en una brutal matanza en un rancho en Tanhuato, Michoacán, en la que policías federales arremetieron contra criminales y trabajadores del rancho por parejo dejando 43 víctimas, la mayoría de ellas inocentes.En el reportaje “El país de las mil fosas”, realizado por Alejandra Guillén, Mago Torres y Marcela Turati, dentro del proyecto “A dónde van los desaparecidos” de Quinto Elemento Lab, las periodistas georreferenciaron todas las fosas encontradas en el país entre 2006 y 2018. La Barca, Jalisco, apareció en ese momento como el municipio con más fosas clandestinas: se ubicaron 37 con al menos 75 cuerpos en las márgenes del Río Lerma.Gobiernos van y gobiernos vienen en los dos Estados y la situación no ha hecho sino empeorar. El gobierno de Michoacán culpa a Jalisco, tal como políticos de Jalisco en varias ocasiones han pretendido decirnos que la violencia viene de fuera. En los límites estatales no hay dentro o fuera, no hay, como quisieran algunos funcionarios, fronteras, son límites administrativos, líneas imaginarias que a nadie le importan, mucho menos al crimen organizado que lo ven, en todo caso, como una ventaja.Es el mismo problema, sufrido por las mismas comunidades en un mismo país. Lo que esperamos de las autoridades no son explicaciones burocráticas sino soluciones prácticas. Coordinación entre los gobiernos de los dos Estados y el federal para desmantelar a los grupos delictivos y coordinación entre los municipios colindantes para proteger a la población.Sin embargo, como ha quedado claro, la coordinación es un buen principio, pero no basta. Se requiere una estrategia para terminar con el control territorial. Lo que se vivió en este fin de semana evidenció que son ellos los que tienen el control de cada carretera, cada brecha y cada poblado de esta zona, en ambos lados de las márgenes del Río Lerma.diego.petersen@informador.com.mx