¿Sabes qué hay detrás de una rica taza de café? Muchas veces, empobrecimiento de caficultores, depredación del medio ambiente y publicidad engañosa.Basta echar un vistazo al estudio “Explotación y opacidad: La realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Nestlé y Starbucks”, elaborado por Empower, organización enfocada en la investigación corporativa.Basado en información pública, documentos corporativos, reportes aduanales y entrevistas a caficultores, el documento explica la lógica del feroz capitalismo cafetalero, sobre todo en Chiapas y Veracruz, que concentran la producción de este grano en México.Confieso que me intriga este modelo de comercio que a continuación explico basándome en datos de la investigación.En 2023 se les pagó a los productores de café en México 0.25 dólares por kilo de café cereza, el equivalente a 4.5 pesos.Se necesitan unos siete kilos de café cereza para elaborar un kilo de café tostado, lo que da una ganancia para los caficultores de 31.5 pesos por kilo.Ese mismo kilo, empacado en 80 cápsulas de Nespresso, el consumidor final lo paga en mil 640 pesos (cinco mil por ciento más). No es esclavismo. Se llama “libre mercado”.Nestlé adquiere alrededor del 25% del café producido en nuestro país. Su planta productora más grande del mundo está en México. Starbucks es otro gran comercializador con cerca de 800 cafeterías en nuestro territorio.Sin embargo, ninguna de las dos compañías compran el grano directamente de los productores, sino a través de intermediarios. Nestlé y Starbucks se concentran sólo en la comercialización y el branding.Los intermediarios son tres multinacionales: ECOM, con base en Suiza; NKG, basada en Alemania; y LDC, con sede en Países Bajos.Estas compañías ejercen un enorme control sobre los precios y el mercado al acaparar la producción de pequeños caficultores. Reciben, además, recursos del Gobierno para mejorar las condiciones de vida y producción de los caficultores sin claridad acerca del impacto positivo de este gasto público.De hecho, el precio del café se determina en las bolsas de valores de Nueva York (NYSE) y Londres (LSE) a partir de la oferta y la demanda.La investigación también indica que en el branding sobre responsabilidad social y ambiental hay publicidad engañosa, pues las condiciones reales de comercio justo o prácticas sustentables son inverificables.La deforestación, el uso de agroquímicos, la producción intensiva y el cambio del grano arábica a robusta, de menor costo y calidad, pero más productivo, tiene un impacto ambiental que pagamos todos los mexicanos. Todo esto es inducido por las comercializadoras.El estudio, que extrañamente tuvo poca difusión en medios, finaliza con una advertencia que debería convertirse en una exigencia para los gobiernos locales y federal:“En lugar de perpetuar este sistema de opresión, es urgente rediseñar el futuro del café mexicano con justicia y equidad, permitiendo que los pequeños productores recuperen el control sobre su producción y se beneficien realmente del fruto de su trabajo”.