Lunes, 14 de Abril 2025

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Cultura | Desde el prisma cultural

Maderismo y vida cotidiana

Los documentos que guardan las familias nos permiten vislumbrar la vida cotidiana de la gente común en medio de etapas históricas

Por: Alma Dorantes González. Centro INAH Jalisco

Anverso y Reverso. Tarjeta postal de M. Catalina González a Celso Gutiérrez, 1912. Colección  CIESAS-INAH “independencia y Revolución en la Memoria Ciudadana. ESPECIAL

Anverso y Reverso. Tarjeta postal de M. Catalina González a Celso Gutiérrez, 1912. Colección CIESAS-INAH “independencia y Revolución en la Memoria Ciudadana. ESPECIAL

Nada sabríamos de Celso Gutiérrez, que vivía en San Miguel el Alto, Jalisco, durante la Etapa Maderista de la Revolución (1910-1911), de no ser por el interés de sus descendientes de resguardar un pequeño conjunto de tarjetas postales y cartas que varias personas le dirigieron para expresarle amistad, estimación, inquietud por su futuro y amor apasionado.

San Miguel el Alto es un municipio que, de acuerdo con la división regional actual, se localiza en Los Altos Sur de Jalisco. 

Según el Censo de 1895, su población ascendía a ocho mil 586 individuos.

En octubre de 1910, en el Plan de San Luis, Francisco I. Madero convocó a los mexicanos a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910 para terminar con la dictadura de Porfirio Díaz y realizar elecciones libres y democráticas. Este llamamiento sólo logró su objetivo en Chihuahua, que se convirtió en escenario de la Revolución. 

En los demás estados de la República, Jalisco entre ellos, el Plan de San Luis causó conmoción y, paulatinamente, se organizaron grupos armados que se definieron como maderistas, aunque sus reivindicaciones más que políticas eran de carácter social: Protestaban por la explotación que padecía la clase trabajadora y el campesinado. 

El descontento popular no se extinguió con el acuerdo de paz firmado el 21 de mayo de 1911 por Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, que puso fin a la primera etapa de la Revolución y los grupos rebeldes continuaron en pie de guerra. 

No obstante la enorme trascendencia de los acontecimientos políticos señalados, la vida cotidiana de la mayoría de la población continuó su curso, como podemos constatar en la información que conocemos sobre Celso Gutiérrez. Quizá el empleo que desempeñaba en San Miguel el Alto no le satisfacía o carecía de él. 

Esto parece indicar la carta que le envió su amigo M. López, el 30 de septiembre de 1911, en la que le explica la probabilidad de que la Compañía Singer de Máquinas de Coser lo contrate como su representante en Ixtlán, Nayarit, como prevé sucederá con él. 

López había recomendado a su amigo como “trabajadorcísimo”, aunque un tal Crescenciano andaba asegurando, aquí y allá, que Celso no quería trabajar.

Queda sin respuesta la interrogante de si Celso Gutiérrez era un joven muy trabajador o M. López había exagerado en su recomendación. Lo mismo sucede si, a partir de las tarjetas postales firmadas por nombres femeninos, nos preguntamos si se trataba de un don Juan o si las señoritas alteñas lo asediaban a él. 

En 1911, le escribieron declaraciones amorosas Domitila y Josefina; en mayo de 1912, Sara le confiesa que le ha entregado su “corazón amante”, aunque, posteriormente, corta su relación con Celso sin explicarle los motivos debido a que, aseguró la joven, (tu) “los sabes mejor que yo”. 

Carecen de fecha las postales que le mandaron M. Catalina González y Concepción. La primera le declaró: “Ay (sic), un corazón que te adora y un pensamiento que gamás (sic) te olvida (sic)”. 

Concepción le obsequió una fotografía donde posa con la mirada perdida en el horizonte, pidiéndole a su galán: “Celso: ¡Cuando fijes tus ojos en mis ojos, acuérdate de mí!”.

Sin duda son los papeles que guardan las familias los que nos permiten vislumbrar la vida cotidiana de la gente común, al mismo tiempo que otros aspectos de la sociedad se están cimbrando. 

Para saber

Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.

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