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José Guadalupe Zuno: “Piensa y trabaja”

José Guadalupe Zuno: “Piensa y trabaja”
El lema de una institución expresa un carácter, una misión. Funge como telos, como propósito o ideal regulativo. El 12 de octubre de 1925, durante su primera sesión de Consejo Universitario, la Universidad de Guadalajara eligió el suyo: “Piensa y trabaja”.
La ambición de la modernidad ha sido modelar el mundo bajo nuestros propósitos y con nuestra inteligencia: es decir, no el tránsito pasivo y resignado a otra vida, ni la aceptación acrítica del destino terrenal, sino la construcción y el control de un mundo a imagen de nuestros designios: la acción vinculada al saber y el colapso de la distinción fuerte entre teoría y práctica. Este ideal de conciliar pensamiento y acción, contemplación y praxis, ciencia y arte, forma parte del ideario de la Revolución científica, la Ilustración del siglo XVIII y de orientaciones contemporáneas como el marxismo y el pragmatismo. También se expresa en el lema de la Universidad de Guadalajara.
En sus memorias, Reminiscencias de una vida, el fundador de la moderna Universidad de 1925 y de su lema, José Guadalupe Zuno Hernández, escribe: “Piensa y trabaja es la cristalización del deseo de alcanzar el perfeccionamiento personal que ambicionamos los que pertenecemos a nuestra Universidad. Es la señal de orden que diariamente nos dicta la voz espiritual de la patria, urgiéndonos para que procuremos encaminar sus destinos por una dirección prestigiosa y elevada, en el concierto de las naciones cultas. Piensa y trabaja, fórmula misteriosa de la magia blanca de la cultura, que todo lo ha transformado cuando se ha cumplido, trayéndonos desde los oscuros días de la animalidad prehistórica hasta las excelsitudes de la vida moderna; fórmula de la alquimia espiritual que nos ha llevado hasta la extraordinaria dominación de las fuerzas naturales para bien de la especie humana. Piensa y trabaja: sabio consejo que, de seguirse con equilibrio de realización, nos dará éxito seguro en todos los órdenes. Por todo ello, cuando quedó cumplida nuestra labor, lo dejamos inscrito como nuestra ley suprema y como fruto maduro del pensar y del trabajar”.
Para filósofos antiguos como Platón, el pensamiento es un “diálogo interior y silencioso del alma consigo misma” (Sofista), así como el atributo que nos hace humanos y, según Aristóteles, nos acerca a los dioses. Qué mejor sitio para aprender a pensar que la universidad: espacio de libertad, pluralidad, tolerancia y veneración por la verdad. Pero Zuno advierte: “No únicamente pensar, porque caeríamos en la nada del abismo, o en los refinamientos de las grandes escuelas filosóficas y científicas, abstraccionistas; ni queríamos dar un sentido únicamente laboral a nuestra obra. No, sino la vinculación entre ambos verbos”. El pensamiento especulativo desbocado puede conducir fácilmente al dogmatismo o al nihilismo. Por eso conviene anclarlo a la experiencia o alguna actividad humana como el trabajo.
La convención dicta que el trabajo es algo penoso, propio de esclavos y bestias, no de hombres libres. El cristianismo y la tradición moderna lo dotaron de dignidad y prestigio. No es, por tanto, una ocupación fatigosa retribuida económicamente, sino, según el joven Marx, el elemento antropógeno fundamental. El trabajo humaniza. Escribe Zuno: “Trabajar para comer, dicen los comunistas. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, dijo el Cristo. Todos, absolutamente todos, bendicen el trabajo. Nadie lo juzga vil y vulgar como antaño. Todos se honran con él. Todos lo bendicen y lo practican sin desdoro. Pero su verdadero ennoblecimiento está en su vinculación con el pensar. Así los dos, unidos, merecerán un constante respeto”.
El pensamiento sin trabajo o acción resulta vacío; el trabajo y la acción sin pensamiento son ciegos. Es decir, el pensamiento no es simple contemplación pasiva, estéril y ociosa; y el trabajo no es actividad burda, humillante e indigna. El pensamiento hace más efectivo y pleno al trabajo: enriquece la experiencia humana e ilumina la acción. El trabajo, por su parte, le da significado a nuestro pensamiento, y no está nunca divorciado de la imaginación y la teoría. Nuestro lema —moderno y pragmático— nos llama, pues, a vincular dos formas de actividad que, bien miradas, se nutren mutuamente.
Universitario es quien piensa y trabaja por la ciencia, la cultura y las artes. A cien años de la refundación de la Universidad de Guadalajara, acaso la institución social más importante del Jalisco, su propósito sigue siendo el mismo: formar individuos modernos, capaces de vincular pensamiento riguroso y trabajo arduo para vivir de forma inteligente, creativa y libre.
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