Cuando pensamos en documentos, invariablemente nos viene a la cabeza un papel con letras unidas que forman palabras, es decir un código (idioma escrito) con un mensaje que desciframos quienes somos parte de esa cultura. Estos comunican: ideas, historias e identidades; es decir, hablan de nuestra sociedad. Pero, ¿qué pasa cuando tenemos uno código desconocido? las opciones son: aprender a descifrarlo, pagarle a alguien que lo descifre o ignóralo y no comprenderlo. Si nos decidimos por la primera opción, implica iniciar el estudio no sólo del código, sino también de entender a la sociedad que lo produce. Es decir, adentrarnos en una nueva cultura y conocer sus características.Así, aprendiendo nuevos códigos es como trabajan los investigadores en los museos, las piezas son documentos invaluables que nos han dejado las sociedades anteriores a la nuestra. Particularmente en la arqueología, el reto es explicarlas sabiendo que los realizadores han desaparecido y que ellas poseen códigos a descifrar. Hagamos un ejercicio lúdico de interpretación. Imagina que estás en el año 2224, eres arqueólogo y te encuentras excavando los vestigios de un lugar llamado centro comercial, donde se practicaba el elogio al hedonismo económico imperante en la época. Durante la excavación localizas figuras de plástico que representan a mujeres y a través de ellas, buscas conocer a la sociedad de finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI. Una vez que excavaste y realizaste el registro, trasladas las piezas al Museo Cultural Siglo XX-XXI. Ahí, separas las figuras por sus diferencias: Mujer, infante o adulta, de piel clara u oscura, con cabello o sin él, con o sin ropa. Observas que las adultas tienen ornamentos (pulseras, collares, tocados, etc.) y algunas muestran decoración pintada en su rostro; la ropa y ornamentos son color rosa y su cabello amarillo o negro. Después de analizar las diversas variantes las que predominan son las figuras de mujeres, claras, cabello amarillo; pero, a pesar de las diferencias en tono de piel y cabello, todas comparten características iguales y tienen elementos rosas.Con esa información comienzas la investigación: analizas los escritos de otras excavaciones donde se localizó la misma figura, la interpretación que dan de ellas; además, estudias los archivos recuperados de esa época para saber cómo usaban ese tipo de figuras.Finalmente, después de un largo proceso, las piezas se exhiben en el museo, explicando lo siguiente: Estas figuras femeninas se han localizado en diversas partes del mundo, y se conocía con el nombre de Barbie. En el S-XX, fue un juguete para las niñas y representaba un ideal femenino de la sociedad capitalista. Pero, durante las primeras décadas del S-XXI ante la radicalización del mundo en sexo-género, se utilizó como elemento comercial para adultos, buscando mostrar una relación social más humana e igualitaria. Los escritos encontrados revelan mucha controversia y más radicalización.En este pequeño espacio resulta difícil desglosar todas las particularidades de una investigación sobre las piezas. Sin embargo, el ejemplo anterior utilizando una figura conocida por nuestra sociedad, busca animar a conocer más aspectos de esta labor, así como motivar la curiosidad del público a visitar el Museo Regional de Guadalajara, con una colección de más de 16 mil piezas de arqueología que forman parte de algún pasaje de la historia de las sociedades antiguas de Jalisco. Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.
