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Científicos encuentran restos fósiles de ave boreal desaparecida hace 24 mil años
Los restos se encontraron al este de España y permitirán estudiar cómo eran los ecosistemas durante la época del Pleistoceno

Los hallazgos del ave Pinicola enucleator, aportan una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitudes meridionales. EFE / IPHES-BÚSQUEDA / M. Marqueta
En un estudio llevado a cabo en las montañas de Prades (Tarragona, al este de España) un equipo de investigadores descubrieron de restos fósiles de la esepeciePinicola enucleator, un ave boreal desaparecida hace más de 24 mil años.
"Lo que hemos encontrado es un archivo natural excepcional que nos permite reconstruir con gran precisión cómo eran los ecosistemas durante uno de los periodos más fríos del Pleistoceno. La presencia de especies boreales en estas latitudes demuestra hasta qué punto los enfriamientos climáticos globales transformaron los hábitats del sur de Europa”, explica el autor principal del estudio, Mario Marqueta.
El descubrimiento fue publicado en la revista Geobios, ha sido liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA), que ha hallado estos restos fósiles en la Cova del Cudó de Mont-ral, en las montañas de Prades (Tarragona) en España.
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En la fotografía proporcionada por IPHES, se muestra un pinzón de los pinos (Pinicola enucleator) y un paisaje boreal actual (Lemmenjoki, Finlandia). Al lado, huesos de palomas inmaduras modificadas por mamíferos carnívoros (derecha, arriba) y huesos de otras aves consumidas por rapaces (derecha, abajo).
Según el IPHES, este hallazgo aporta "una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitudes meridionales", e indica que "el clima en la zona era mucho más frío y seco, con bosques abiertos y condiciones típicamente boreales".
Los investigadores se centraron en dos cavidades próximas a Mont-ral: la Cova del Cudó y la Cova dels Galls Carboners, con más de 450 restos de aves analizadas, y llevaron a cabo un análisis tafonómico detallado para entender cómo se acumularon los restos y qué depredadores intervinieron.
En la Cova del Cudó, la mayoría de los restos corresponden a pequeños pájaros, con un 41 % de huesos que muestran marcas de digestión. Estos datos indican que rapaces nocturnas, como búhos, y diurnos, como los halcones, utilizaban la cavidad como lugar de alimentación y reposo.
Por su parte, la Cova dels Galls Carboners muestra una acumulación mayoritaria de palomas, lo que sugiere que podía haber sido una zona de cría.
Las marcas de dientes presentes en muchos huesos indican una alta presión de depredación por parte de pequeños carnívoros, como el zorro o el lince ibérico, que aprovechaban la vulnerabilidad de las crías en los nidos.
Según el estudio, este patrón de depredación sistemática sobre crías de aves por parte de pequeños carnívoros es poco habitual en yacimientos europeos del Pleistoceno, y abre nuevas vías de estudio sobre las estrategias de caza y alimentación de estos animales en entornos de cuevas.
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EA
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