El Gobierno de Estados Unidos, que encabeza el presidente Donald Trump, está encaminado a quedarse con los ricos recursos petroleros y minerales de Venezuela. Así lo indica el mayor despliegue de fuerza militar del ejército y la marina estadounidense desde 1962, durante la llamada “Crisis de los Misiles” que estuvo a punto de desencadenar un enfrentamiento militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética.En medio de este cerco militar, se abre una posible salida político-diplomática al confirmarse ayer, por fuentes estadounidenses y venezolanas, que el presidente Donald Trump y el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, sostuvieron una llamada telefónica el pasado fin de semana en que la incluso hablaron de encontrarse personalmente en una posible cita en Estados Unidos, según una nota exclusiva publicada por el New York Times.Desde que a principios de septiembre el presidente Trump ordenó al Pentágono y a la Marina de su país atacar embarcaciones que presuntamente transportaban droga a Estados Unidos, las fuerzas armadas de este país han aumentado su presencia en el Caribe y de manera amenazante apenas a unos kilómetros de las costas venezolanas. A comienzos de esta semana el titular del Departamento de Guerra, Pete Hegseth, anunció el despliegue de la llamada operación “Lanza del Sur”. En los pasados tres meses, Estados Unidos desplegó a 15 mil soldados en la región, varias embarcaciones y el portaaviones Gerald R. Ford que por sí solo tiene una “capacidad aérea superior a la de cualquier país latinoamericano”, según un académico peruano. Además del despliegue de embarcaciones cerca de las costas de Venezuela, Estados Unidos cuenta con una base operativa en Bahamas, la base militar de Guantánamo en Cuba, una base naval y un aeropuerto en Puerto Rico, y bases de “seguridad cooperativa” en El Salvador, Aruba y Curazao, según un recuento del portal Deutsche Welle (http://bit.ly/48lKtCS). Trump y su Gobierno han declarado que ese despliegue militar es para detener el tráfico de drogas, específicamente fentanilo, a través del mar hacia sus costas. Desde que empezó este despliegue a principios de septiembre de este año, Estados Unidos ha atacado 21 embarcaciones y ha asesinado a 83 personas, sin juicio de por medio, por lo que la misma ONU las ha declarado “ejecuciones extrajudiciales”. Claramente el despliegue militar es totalmente desproporcionado para cumplir con el objetivo de detener unas pequeñas lanchas que transportan (de ser cierto) paquetes con droga, especialmente cocaína. Es absurdo. No se manda el portaviones Gerald R. Ford, el más poderoso de todo el mundo, a perseguir lanchas en el Caribe. El propósito real es deponer el Gobierno de Nicolás Maduro y quedarse con los ricos recursos petroleros y mineros de Venezuela. “Aunque Trump hace hincapié en el papel de Venezuela en el tráfico de drogas o en la migración ilegal cuando trata el tema en público, en privado ha hablado de las enormes reservas de petróleo del país y de que las empresas estadounidenses puedan acceder a ellas”, publicó The New York Times el pasado 18 de noviembre de 2025 en un reportaje que revelaba que Donald Trump había autorizado planes de la CIA para llevar a cabo operaciones encubiertas en Venezuela (https://bit.ly/3MbKZMg). Aunque el despliegue militar estadounidense ha aumentado como no ocurría desde hace más de 60 años en la región, fiel a su estrategia de amenazar y dialogar, Donald Trump ha mantenido canales informales con el Gobierno venezolano. Y según el mismo reportaje del Times, “en esas conversaciones informales, Maduro ha señalado su disposición a ofrecer acceso a la riqueza petrolera de su país a las empresas energéticas estadounidenses”, a cambio de mantenerse en el poder. Pero Trump lo rechazó. Lo que está claro hasta ahora es que Estados Unidos quiere los recursos venezolanos. Con más de 303 mil millones de barriles de petróleo probados, Venezuela es el país con las mayores reservas del mundo, y Estados Unidos bajo el Gobierno de Trump está empeñado a quedarse con ellas, contra todo derecho internacional. Con independencia de la postura que se tenga hacia el régimen de Maduro, lo que no debería permitirse es que un país se atribuya el derecho de apropiarse de esos recursos basado en su poderío militar. No sólo es imperialismo, suena a una política basada en la piratería.