Mientras en Morena Jalisco desgastan lo que podría convertirse en un verdadero partido transformador y lo reducen a tribus peleadas porque hay un Carlos Lomelí y un Alfonso Ramírez Cuéllar que anhelan protagonismo, desde las verdaderas cúpulas de poder en la Ciudad de México ya se toman decisiones para nuestra Entidad de cara a 2027 y 2030.Y lo que opinen quienes representan al morenismo aquí, realmente los tiene sin cuidado.Una de las razones por las que el todavía rector general de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva, fue nombrado subsecretario de Educación Superior desde hace mucho tiempo (prácticamente desde que Claudia Sheinbaum ganó la elección) es porque el también ex secretario de Planeación, Administración y Finanzas tiene una proyección política a futuro.Él y la Presidenta Claudia Sheinbaum son amigos, pero también cómplices en la política. Villanueva se jugó todo durante las campañas al recibirla personalmente en el Aeropuerto de Guadalajara cuando era candidata. Y como amor con amor se paga, en la política ninguna decisión se toma sin planeación ni consenso. Por eso es que el nombramiento de Villanueva resulta tan importante de cara a la elección intermedia.El rector saliente no sólo es un jalisciense que forma parte de la estructura del Gobierno federal, sino que ya tiene un espacio para trabajar y otro para pernoctar en la Ciudad de México. Sin el nombramiento oficial, ya trae agenda activa. La prueba está en los horarios designados para los informes de actividades que rendirán los rectores de la UdeG antes que él haga lo propio el 26 de marzo en el Auditorio Telmex. Éstos se adaptaron a él.Desde hace semanas, el tío Richard despacha algunos días de la semana desde la capital del país. Quienes se lo han encontrado en el aeropuerto así lo relatan.Y eso no es todo: se ha convertido en la mano derecha del secretario de Educación, Mario Delgado, cuya formación política se ha impuesto a la académica, de tal forma que este último comenzará a delegarle una amplia responsabilidad educativa a quien, eventualmente, podría sucederlo en el cargo.Hasta ahora, Claudia Sheinbaum se ha alejado de la conformación de agendas para la elección intermedia. Dado su cargo y la coyuntura, le es imposible desviar la atención del fenómeno Trump. Y está bien, porque en la teoría esa es la tarea de un jefe de Estado.Pero, así como Sheinbaum ya leyó la cartilla a los legisladores y alcaldes de Morena para que ni intenten reelegirse en dos años (lo cual aceptaron, a regañadientes, pero sin reparo), llegará el tiempo en el que la Presidenta tendrá que desviar su mirada de Genghis Trump y preparar el escenario para que el proyecto político que representa no sólo se mantenga en pie, sino que siga caminando.Y ahí es donde Villanueva lleva mano.La jugada del universitario involucra dos escenarios, y ambos lo colocan en una franca ventaja. El primero es que, una vez que Delgado se vea obligado a mover hilos para la elección intermedia (que lo hará), Villanueva asuma la titularidad de la SEP. El otro, no menos ambicioso, es regresar a Guadalajara para convertirse en el candidato guinda que esta vez sí gane, gobierne y eventualmente le quite la marca de Movimiento Ciudadano a Jalisco en 2030.Por supuesto, el que la Federación empuje políticamente a un perfil como Villanueva no caerá en gracia de quienes quieren hacer suya la marca de Morena en Jalisco. Tampoco para quienes criticaron que la Universidad tuviera un proyecto político en el extinto partido Hagamos.Y, sin embargo, en este proceso de transición, Richard tiene todo por ganar. Del ostracismo de la derrota que sufrió en 2015 frente a Enrique Alfaro a la fecha, el rector saliente ha aprendido mucho. Ahora resta que las canicas se muevan y que alguien entere a los morenistas locales que, mientras ellos se desgastan en migajas, ya hay un perfil ungido desde la Ciudad de México.