Sábado, 05 de Abril 2025

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Tocar fondo

Por: Rubén Martín

Tocar fondo

Tocar fondo

En un llamado que parecía a la vez un grito de desesperación, el gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, llamó a la sociedad jalisciense y del país a unirse para “tocar fondo” con los problemas de inseguridad revelada por el caso del Rancho en Teuchitlán. Fue el 26 de marzo, en el último informe del rector Ricardo Villanueva, cuando el gobernador lanzó este exhorto: “Se los digo abiertamente: Necesitamos de su apoyo. Hoy es un gran momento para tocar fondo y decir ‘de aquí en adelante, unidos todos’. Necesitamos que ustedes nos ayuden”, sostuvo.

“De aquí en adelante”, dijo el gobernador en una clara referencia a la grave crisis política que ha desatado la constatación del horror criminal con las evidencias encontradas por el colectivo Guerrero Buscadores de Jalisco en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco. 

Para la doctora en antropología y experta en temas de violencia, Rossana Reguillo, las evidencias encontradas y difundidas en una transmisión en vivo por el colectivo Guerrero Buscadores de Jalisco son contundentes porque nos revelan la existencia de una “economía criminal” que necesita de los cuerpos, especialmente de varones jóvenes empobrecidos. 

“La pila de los zapatos, con independencia de probar científicamente que los habitantes de esos zapatos ya están en la sierra o en otros lados, el tema de ver esa cantidad de tierra, de lodo acumulado, de objetos arriba de los zapatos, nos habla de una economía criminal sustentada en los cuerpos y eso ya no puede ocultarse de ninguna manera”, dijo Reguillo en entrevista para Radio UdeG.

Pero, ¿realmente ya tocamos fondo con las revelaciones que nos deja el rancho Izaguirre, como pide el gobernador? Ojalá así fuera y creo que es una de las principales aspiraciones de la sociedad mexicana: pasar por fin de página a esta era de violencia organizada y guerra informal que ha diezmado a millones de familias mexicanas.

En otros momentos de tragedias que deja a su paso esta maquinaria de muerte hemos pensado que quizá ya había llegado muy lejos y de una vez por todas era tiempo de detener la barbarie. Eso creímos hace 10 años con la sangrienta desaparición masiva de los 43 normalistas de Ayotzinapa o cuando ocurrió la desaparición de los tres estudiante de cine aquí en la Zona Metropolitana de Guadalajara en marzo de 2018. Pero no ha sido así y, por el contrario, parece que la situación de violencia organizada con su reguero de asesinatos, masacres, desapariciones, fosas clandestinas y cuerpos cercenados o incinerados seguirá por un tiempo más. 

El gobernador Pablo Lemus hace el llamado a “tocar fondo” justo en la semana que ocurrieron más desapariciones en lo que va del año, según el recuento que lleva a diario el doctor Víctor Manuel González Romero. Es difícil llegar a “tocar fondo” para empezar a remontar esta trágica era que estamos viviendo cuando la impunidad sigue imperando, tanto en los casos de cada familia en particular como en los episodios más mediáticos que han cimbrado a la sociedad mexicana. La justicia no ha llegado ni para las madres y padres de Ayotzinapa, ni para la señora Guadalupe Camarena que tiene a cinco hijos desaparecidos aquí en Jalisco. Es difícil pensar en llegar al fondo de esta barbarie cuando hay regiones o municipios, como Encarnación de Díaz, donde las familias ni siquiera pueden presentar la denuncia por la desaparición de sus hijos por la amenaza del crimen organizado.

El grado de infiltración con todas las ramas del poder público es de tal magnitud que en ocasiones denunciar equivale a ponerse en la mira de las células criminales. Es difícil llegar a tocar fondo en un Estado como Jalisco, donde la misma Fiscalía Estatal está tomada por el crimen organizado, como denunció hace casi cinco años el entonces gobernador Enrique Alfaro; y a pesar de ello no hubo la purga necesaria para limpiar la institución encargada de procurar justicia. 

A pesar del escepticismo que nos produce constatar la enorme presencia de esta “economía criminal”, como la define Reguillo, es necesario tener esperanza que el cambio vendrá como en otros momentos de la historia, por la sociedad organizada desde abajo y no por el Estado corrompido y sometido por quienes se benefician de esta economía criminal que se alimenta de los cuerpos jóvenes del país. 

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