En la sala del Congreso estadounidense no cabía ya ni un alfiler, lo llenó hasta los bordes el llamado del presidente Trump. El Zócalo de la Ciudad de México igualmente lucía a rebosar, el pasado domingo, por más que los invitados no fuesen tan específicamente seleccionados.La Presidenta de la Nación hacía pública de este modo su postura y sus arduas negociaciones para contener, al menos en el caso mexicano, y por un mes, las extremas medidas del presidente norteamericano para sacar fondos de todo el planeta, ante una previsión bastante bien documentada: Estados Unidos está al borde de la bancarrota financiera; sólo por citar un dato, mientras que la deuda externa de México ronda el 49% de su Producto Interno Bruto, la de Estados Unidos anda por el 118 por ciento. Deben mucho e invierten mucho en todo tipo de asuntos, como parte de su empeño por mantener su liderazgo mundial como único e intocado.Avi Das, en su columna de “The Times of India”, evalúa la postura de Trump en estricto apego a su discurso victimista, según el cual el mundo ha abusado de Estados Unidos organizando guerras que dicho país debe pagar, y financiando todo tipo de programas globales a costa del bolsillo de los norteamericanos. Avi Das olvida que nada de esto habría ocurrido sin la política intervencionista permanente de Estados Unidos que ha querido ser el ajonjolí de todos los moles, con o sin invitación, y que su participación medida, calculada y oportunista en las guerras del planeta, le dejó siempre un abundante provecho. El columnista tiene razón al decir que de pronto la sociedad norteamericana advirtió que ese constante intervencionismo de su gobierno les estaba costando demasiado, y el derroche comenzaba a sentirse en el decaimiento interno. Pero rectificar y reducir el dispendio externo no significa renunciar al dominio del planeta, sino hacer que el planeta ahora les restituya lo que “recibieron” para que Norteamérica vuelva a ser grande.Cierre de programas de ayuda internacional, despido de personal burocrático por la razón que sea, cobro de lo invertido en la guerra de Ucrania en dinero o en especie, recuperación de empresas norteamericanas ubicadas fuera del país, abandono de organismos mundiales, venta de edificios federales y, desde luego, imposición de aranceles haya o no haya tratados de libre comercio, son parte de las medidas que se están tomando, luego de un análisis bastante pragmático, el cual arroja que, por ejemplo, la imposición de aranceles por varios meses pueden perjudicar a la economía norteamericana, pero después el beneficio será mucho mayor.Por lo mismo, celebrar una nueva postergación de dichos aranceles da un respiro, pero no es la victoria definitiva. El mensaje de la señora Presidenta fue enfático pero cuestionable: “no cederemos soberanía”. Por supuesto, pero sería más correcto decir: “No cederemos más soberanía”, pues ya es mucha la que se ha cedido a los cárteles delincuenciales y nuestro reto, el de todos los mexicanos, es precisamente recuperar la soberanía perdida, pero también convertirnos en un país respetable. ¿Qué es esa broma sarcástica de que el nepotismo solamente será delito dentro de cinco años? ¿Quién nos puede tomar en serio cuando seguimos dándonos semejantes salidas en nuestra hipotética lucha contra la corrupción?El problema de origen es que tenemos un sistema político que, de entrada, hizo que todos los ciudadanos de este país cedieran su soberanía en manos de una supuesta democracia representativa que, lejos de representarnos de manera honesta y eficaz, nos ha sustituido.