Un par de tacones resaltan entre los cientos de tenis encontrados en Teuchitlán; son plateados, con delgadas tiras que van agarradas al tobillo; hay otros más, altos, en color negro. Son tacones de fiesta, que terminaron en un lugar de tristeza y dolor. ¿De quiénes eran esos zapatos? Además de los varones, ¿a cuántas mujeres les destrozaron la vida en ese campo de exterminio?En México, por cada dos hombres desaparecen tres mujeres, de entre 10 y 24 años; las más vulnerables son las chicas de entre 15 y 19. Se trata de jóvenes que deberían estar estudiando, jugando, creciendo… viviendo. Los datos son de la Comisión Nacional de Búsqueda reflejan una realidad en nuestro país: la urgencia de voltear a ver a las y los jóvenes, cuyas oportunidades de educación y empleo suelen ser precarias, escasas o nulas.Los testimonios de lo que sucedió en ese predio, ubicado a una hora de Guadalajara, son relatos de tortura, deshumanización, pedofilia y horror. Era el infierno. ¿Cuántos y quiénes pasaron por ese sitio? ¿A quiénes se llevaron a otro lado o dejaron ahí enterrados, en fosas? ¿Qué sigue para quienes lograron escapar, sobrevivir?En los últimos meses se ha ido detectando a jóvenes que se trasladaron por alguna oferta de trabajo y desaparecieron. En la búsqueda de ingresos para ellos y sus familias fueron presas y víctimas; en medio de la necesidad, la ignorancia y el desconocimiento, los engañaron con falsos empleos y jugosos salarios. Estigmatizar a las personas desaparecidas diciendo que “en algo andaban metidos” es culpar a las víctimas de su muerte, de su tortura.La vida está hecha de deseos y oportunidades. ¿Cuántos de los jóvenes que pasaron por ese sitio deseaban tener un ingreso, ayudar a su familia, un empleo para salir adelante? Los que fueron atraídos con engaños tal vez imaginaron que tendrían un trabajo y que mejorarían su calidad de vida. Pero no tuvieron oportunidades. Lo que encontraron fue dolor, muerte, lo más oscuro, vil e inhumano... ¿Por qué? Porque estamos fallando en darles oportunidades para estudiar, trabajar, hacer un deporte, tener un ingreso... Estamos fallando en arrebatárselos al crimen organizado porque no tenemos qué ofrecerles.Faltan ofertas educativas, culturales, deportivas, que tengan opciones de forma integral; que desde todos los niveles de Gobierno les abran camino a los jóvenes para que no acudan al llamado de desconocidos para buscar una oportunidad, un empleo, un camino de vida. Estamos fallando como sociedad al no exigirlo, al permitir que sean omisos desde el Gobierno, sin garantizarlo.Teuchitlán sacudió. Ante las desapariciones, las omisiones y desinterés de las autoridades, el amor, valentía y coraje de las madres buscadoras y los colectivos.Cada prenda, cada par de zapatos es un recordatorio de quienes no volvieron a casa y la urgencia de voltear a ver a las y los jóvenes.