Viernes, 27 de Diciembre 2024

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Polvos de La Mancha XXII

Por: Carlos Enrigue

Polvos de La Mancha XXII

Polvos de La Mancha XXII

Y si continuáramos acompañando la charla de la duquesa con el escudero, además de divertirnos nos enteraríamos de la particular inteligencia y sentido de adaptación de Sancho Panza, quien al sentir que la claridad de sus declaraciones podría poner en duda su arribo a la gubernatura de la ínsula, lo que no quiere ni pensar el escudero, pero, aun con que la señora goza con la simplicidad de este, lo tranquiliza al decirle:

“Ya sabe el buen Sancho que lo que una vez promete un caballero procura cumplirlo, aunque le cueste la vida. El duque mi señor y marido, aunque no es de los andantes26, no por eso deja de ser caballero, y, así, cumplirá la palabra de la prometida ínsula, a pesar de la invidia y de la malicia del mundo”.

Dicho que hace que se tranquilice el futuro gobernador y que con su propia lengua manifieste:

“Yo soy caritativo de mío y tengo compasión de los pobres, y a quien cuece y amasa, no le hurtes hogaza; y para mi santiguada que no me han de echar dado falso: soy perro viejo y entiendo todo tus, tus, y sé despabilarme a sus tiempos, y no consiento que me anden musarañas ante los ojos, porque sé dónde me aprieta el zapato; dígolo porque los buenos tendrán conmigo mano y concavidad, y los malos, ni pie ni entrada”

Lo que sin duda es un buen plan de gobierno. Con esa claridad veía Sancho su labor gubernamental, pero en plena burla, la señora decide alterar los conocimientos del escudero al cuestionarle, usando para engañarlo sus propias armas:

“Volviendo a la plática que poco ha tratábamos del encanto de la señora Dulcinea, tengo por cosa cierta y más que averiguada que aquella imaginación que Sancho tuvo de burlar a su señor y darle a entender que la labradora era Dulcinea, y que si su señor no la conocía, debía de ser por estar encantada, toda fue invención de alguno de los encantadores que al señor don Quijote persiguen. Porque real y verdaderamente yo sé de buena parte que la villana que dio el brinco sobre la pollina era y es Dulcinea del Toboso, y que el buen Sancho, pensando ser el engañador, es el engañado, y no hay poner más duda en esta verdad que en las cosas que nunca vimos; y sepa el señor Sancho Panza que también tenemos acá encantadores que nos quieren bien, y nos dicen lo que pasa por el mundo”.

Pero la charla del escudero cambia radicalmente y sale a la plática esa entrada de su señor a la cueva de Montesinos, donde vio el caballero a su amada y reconoce Sancho que quizá la señora duquesa tenga razón, pero no sin antes contarle, punto por punto, lo narrado por don Quijote, a lo que la señora concluye:

“Deste suceso se puede inferir que pues el gran don Quijote dice que vio allí a la mesma labradora que Sancho vio a la salida del Toboso, sin duda es Dulcinea, y que andan por aquí los encantadores muy listos y demasiadamente curiosos”. 

Pero cada quien su interés cuando Sancho afirma “encájenme ese gobierno y verán maravillas, que quien ha sido buen escudero será buen gobernador”. 

“Las razones de Sancho renovaron en la duquesa la risa y el contento; y enviándole a reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo que con él había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco”.

@enrigue_zuloaga

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