Hace poco más de tres semanas, el 5 de febrero, la Presidenta Claudia Sheinbaum envió al Congreso dos reformas constitucionales —a entrar en vigor para las elecciones intermedias de 2027— para prohibir la reelección a cualquier cargo de elección popular y para evitar el nepotismo.Y sobre lo último, dijo en aquella ocasión que se proponía “la prohibición expresa de que ningún familiar pueda suceder de manera inmediata a otro tratándose de un puesto de elección popular. Es decir, no al nepotismo”. Todo mundo estuvo de acuerdo y, el martes, el Senado la aprobó en lo general por unanimidad —para enviarla a la Cámara de Diputados—, pero con una pequeña “corrección”: que no será en las siguientes elecciones, sino hasta el 2030.Lo que en el sexenio pasado las iniciativas de reforma enviadas desde Palacio Nacional pasaban “sin mover una coma” hoy es diferente, porque a la propuesta le cambiaron los términos en la que se recibió.Esto pudiera interpretarse de manera optimista si hablamos de aquello de la “separación de poderes”. Sin embargo, lo preocupante para la Presidenta es que los cambios en la iniciativa no vienen originados desde la “oposición”, sino desde las mismas entrañas del movimiento de la Cuarta Transformación.El Senado publicó el martes en redes sociales que “se aceptan las modificaciones planteadas por los senadores Adán Augusto López y Manuel Velasco Coello, en relación con el plazo de aplicación de la reforma”. Los “directores de orquesta” de Morena y el Verde Ecologista en la Cámara Alta, miembros de la coalición que llevó a Claudia a la Presidencia, le corrigieron la propuesta, enviando un mensaje muy claro a Palacio Nacional: hoy no es como ayer y la última palabra hay que negociarla, aunque sean del mismo movimiento.Lo que se interpretó con el cambio de fecha en la aplicación de la reforma es que, en la elección del 2027, hay que pagar favores pendientes, que “hay que corresponder” y que la Presidenta tiene que ubicarse en las nuevas reglas del juego.La penosa y tibia respuesta desde la mañanera fue: “Mi posición sigue siendo que debería de aprobarse para el 2027”, según Sheinbaum, apoyando su débil posición —a manera de conformismo—, al recordar que “decía el presidente López Obrador que la política es operar entre inconvenientes. A veces no es lo que deseas, sino lo que puedes hacer”.Y finiquitó su reacción al revés político y afrenta desde el movimiento que la arropa, con un “es lo que se logró en el Senado y me parece bien”. Una nueva realidad que confirma abiertamente los “empujones” al seno de la Cuarta Transformación, que ponen a prueba los mandatos desde Palacio y que parece son provocados “sutilmente” por quien se fue a “La Chingada” —el rancho— desde el pasado 30 de septiembre.Usted, ¿qué opina?
