Viernes, 27 de Diciembre 2024

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Lobo Antunes, en la FIL

Por: Antonio Ortuño

Lobo Antunes, en la FIL

Lobo Antunes, en la FIL

Sucedió la noche del martes. Tuve el honor de presentar el nuevo libro en español de António Lobo Antunes, llamado “No es medianoche quien quiere” (editado por Literatura Penguin Random House). Y aprovecho, acá, para hablar algo de ese libro prodigioso que usted debería salir y conseguir en la FIL.

Borges, en elogio de una novela de William Faulkner, anotó que sólo a unos pocos escritores les estaba dado alcanzar, paralelamente, el esplendor verbal y la capacidad de conmovernos. Erigía como ejemplos al propio Faulkner y a Shakespeare, de quien decía, citando o fingiendo citar a Bertrand Russell: “Contiene a la vez a Góngora y a Dostoievski”.

Hay unos pocos casos contemporáneos equiparables, y hablaré del más patente. La prosa de Lobo Antunes ofrece complejidad, rigor y un talento verbal de proporciones casi intolerables. “No es medianoche quien quiere” es una novela tan buena que, como bromeaba Salinger, después de leerla dan ganas de llamar por teléfono al autor para agradecerle. Es un libro de una intensidad narrativa asombrosa. Una exploración a la memoria tejida por un maestro del manejo del tiempo. Porque narrar es jugar con el tiempo y las palabras y Lobo Antunes lo hace mejor que nadie.

La historia que plantea el libro es la de una mujer, en la cincuentena, quien, enferma, decide volver a una casa de playa familiar. Pero un libro de Lobo es mucho más que una historia. Es el resultado de un proceso intelectual, artístico, y emotivo. Es un reto para el lector, pero el camino está plagado de recompensas, de imágenes inolvidables, de calambres de reconocimiento y empatía del lector con las derivas de los personajes, de frases y sentencias llenas e inteligencia y agudeza.

¿Cómo es que se escribe un libro enorme como este, en todo sentido, luego de haber escrito otros que han sido clave para la narrativa de nuestro tiempo? ¿Qué clase de temple se necesita para seguir llevando la apuesta adelante, para que luego de más de tres decenas de libros emblemáticos aún haya genio y ese genio escriba una novela tan asombrosa como esta? No suele usarse la palabra genio para referir a un autor vivo. Pero “No es medianoche quien quiere” no es menos que Proust, no es menos que Faulkner o Woolf o Nabokov. En ese estante de nuestra librería en que colocamos los libros incomparables, me atrevo a decir, hay que abrirle espacio a un título más.

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