Uno de los pasatiempos predilectos de los tapatíos de finales de los cincuenta y hasta bien entrados los sesenta era ir al cine. Las salas cinematográficas de la ciudad exhibían películas de romance, aventura, acción e infantiles. Recuerdo los cines Variedades, Alameda, Avenida, Colón, Juárez, Cuauhtémoc, Edén, Roxy, Metropolitan, Park, Jalisco y, mención especial, el cine Reforma con las matinés, así como el Autocinema Ritz.En la Colonia Chapalita, donde está hoy una cadena de tiendas de autoservicio, por Jardines de San Ignacio, estaba el Autocinema Ritz, que cobraba $10.00 por auto lleno.Cuántas películas disfrutamos en la comodidad de nuestro vehículo, escuchando el sonido a través de las bocinas que estaban en los lugares de aparcamiento. Incluso, un tiempo tuvo servicio de la dulcería al auto.Cerró el Ritz y luego se abrió el Autocinema Real, por la Avenida Vallarta, donde hoy se encuentra una conocida plaza, a la altura de la Cámara de Comercio. No estuvo mucho tiempo allí; se mudó por el rumbo de El Batán y acabó por desaparecer.Al cine Reforma, en Pedro Moreno y Escorza, contraesquina del edificio de la Rectoría de la Universidad de Guadalajara, fui muchas veces a las matinés a ver las películas de Tarzán, el personaje de Edgar Rice Burroughs, protagonizado por Johnny Weissmüller, con Maureen O’Sullivan como coprotagonista en el papel de Jane.También allí vi Tammy, la flor de los pantanos, Marcelino Pan y Vino, Sissi, emperatriz y películas de Walt Disney; la mayoría de las cintas que exhibían eran para niños y adultos. Pongo énfasis en esto porque no en todos los cines había programación infantil.Por aquellos años, en los atrios de los templos se colocaban unos pizarrones donde las películas de moda eran recomendadas o prohibidas; había una clasificación alfabética: A (niños y adultos), B (adolescentes y adultos), C (solo adultos) y D (estrictamente adultos de amplio criterio). Todavía se sentía la influencia de la Liga de la Decencia, de la que en otra entrega les habré de platicar.En el cine Colón, ubicado por la calle del mismo nombre, entre López Cotilla y Avenida Juárez, pasaban películas italianas y francesas para adultos. En el cine Cuauhtémoc, por la calle Juan Manuel, las películas eran para adultos con amplio criterio.Algunos cines ofrecían dos localidades: luneta y balcón, obviamente con precios distintos. Antes de que apareciera la permanencia voluntaria, a mediados de los setenta, se exhibían tres películas por un solo precio; generalmente, a partir de las 4 de la tarde iniciaban los cortos y avances de estrenos y los noticieros como Provincia en Marcha, producido en la comarca, o el Noticiero Mexicano, que producía Manuel Barbachano Ponce con la inmejorable fotografía de Demetrio Bilbatúa y la narración de don Fernando Marcos, Paco Malgesto y Alonso Sordo.A continuación iniciaba la exhibición de la primera película, a eso de las 4:20 de la tarde, y posteriormente dos más. Así que, entre las 10 y las 11 de la noche, salía uno de una deliciosa tarde de cine; para la comodidad de los asistentes, afuera se encontraban siempre coches de sitio, que cobraban $4.00 la dejada, con lo que llegábamos de manera cómoda y segura a nuestra casa.La entrada promediaba los $4.00, cantidad razonable porque nos pasaban tres películas. Cuando uno llegaba ya iniciados los cortos, los noticieros o incluso la película, estaban los jóvenes acomodadores, lamparita en mano, que lo llevaban hasta algún lugar desocupado. Y vaya que era necesaria su ayuda, sobre todo en cines como el Alameda, que tenía dos mil 800 asientos entre la luneta y el anfiteatro, y encontrar un asiento vacío era tarea difícil en medio de la oscuridad. Comentario aparte merecerán este cine y el Avenida, en la Calzada, donde además del espectáculo cinematográfico, apreciábamos el art deco del primero, así como los escenarios interiores en ambos.Ojalá que esta columna les haya traído a ustedes gratos recuerdos de aquellas tardes de palomitas, pistaches, cacahuates, lunetas, conos de nieve, ponpons, Lucky Cola y los imperdibles sándwiches de jamón. Por hoy es todo, aquí los espero la próxima semana al abrir otra página de mis recuerdos.