Ególatra y mesiánico (“Fui salvado por Dios para hacer que Estados Unidos volviera a ser grande”), Donald Trump rindió protesta como presidente del país del Norte y, al hacerlo, confirmó su deseo de cumplir la mayoría de las amenazas y riesgos que anticipaba desde su campaña electoral, tanto en política interna como externa. En lo interno, se espera una batería de cambios legales que podrían echar atrás al menos cinco décadas de avance en derechos sociales para distintos sectores de la sociedad estadounidense. Ejemplo: “A partir de hoy, la política oficial del Gobierno de los Estados Unidos será que solo haya dos géneros: masculino y femenino”. En lo externo, Donald Trump regresó al discurso intervencionista de hace dos siglos para anunciar una nueva era del llamado “destino manifiesto” que se atribuye así misma la clase gobernante estadounidense. “Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, una nación que aumenta su riqueza, expande su territorio, construye sus ciudades, eleva sus expectativas y lleva su bandera a nuevos y hermosos horizontes. Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas”. Detrás de este discurso hay amenazas muy concretas: tomar posesión de Groenlandia, del Canal de Panamá y, eventualmente, llevar a cabo operaciones en México y otros países de América Latina con el pretexto de combatir a los cárteles del crimen organizado. Si pensamos que las amenazas que lanzó en contra de México en campaña electoral y luego en sus discursos como presidente electo eran meras bravatas, estamos completamente equivocados. Las amenazas son reales y creíbles.La presidenta Claudia Sheinbaum dedicó buena parte de la conferencia mañanera de ayer a revisar las implicaciones que tendrían para México al menos cinco órdenes ejecutivas que firmó Donald Trump en su primer día como presidente: el decreto de zona de emergencia en la frontera Sur de Estados Unidos; el programa “Quédate en México”; cambiar el nombre del Golfo de México; la amenaza de decretar aranceles a partir del 1 de febrero y la orden ejecutiva mediante la cual declara a cárteles internacionales y otras organizaciones como “Organizaciones Terroristas Extranjeras” o “Terroristas Globales Especialmente Designados”. Quizá de todas las órdenes ejecutivas firmadas el lunes 20 de enero por Trump, esta es la que puede darle justificaciones para intervenir en México. Dice esta orden ejecutiva que “Los cárteles internacionales constituyen una amenaza a la seguridad nacional (de Estados Unidos) que va más allá de la que plantea el crimen organizado tradicional”. Según Trump, los cárteles están convergiendo con “una gama de actores extrahemisféricos, desde organizaciones terroristas extranjeras designadas hasta gobiernos extranjeros antagónicos”. Se ha leído equivocadamente que esta orden ejecutiva contra los cárteles estaba dedicada exclusivamente contra las organizaciones criminales mexicanas, pero no es así. De hecho, en la orden se menciona explícitamente al cártel venezolano conocido como Tren de Aragua y a la Mara Salvatrucha 13, nacida en El Salvador y que opera en varios países de Centroamérica. En realidad, esta orden ejecutiva podría ser la justificación para intervenir o llevar a cabo acciones especiales en otras partes de América Latina con el pretexto de que los cárteles “amenazan la seguridad del pueblo estadounidense, la seguridad de los Estados Unidos y la estabilidad del orden internacional en el hemisferio occidental”, como se lee en la orden referida. Como nos recuerda la historia, desde hace más de dos siglos que la clase gobernante de Estados Unidos se atribuyó el derecho de reclamar al hemisferio Occidental; es decir, toda América, como propio. Trump quiere repetir esta arrogancia imperial. Volviendo a la orden ejecutiva contra los cárteles, lo que sigue es que en dos semanas el Secretario de Estado (el derechista Marco Rubio) hará públicos qué grupos del crimen organizado considera el nuevo Gobierno de Estados Unidos como organizaciones terroristas y, al mismo tiempo, el Fiscal General y el Secretario de Seguridad Nacional anunciaran “las medidas apropiadas” para hacer operativos bajo el amparo de la Ley de Enemigos Extranjeros. En pocas palabras, habrá intervenciones en otras naciones de la región, incluido México. De qué tamaño y envergadura, ya se verá. Bien podría anunciar una intervención en Venezuela con la justificación de combatir al Tren de Aragua, o en Honduras contra la Mara Salvatrucha. Y en México se podrían esperar, si no intervenciones a gran escala, sí operativos de fuerzas especiales o artillería a distancia contra presuntos campos de los cárteles. Ya lo han hecho en el pasado, y ahora todo indica que Trump se prepara para llevar estos operativos a otra escala para conseguir los objetivos que se propone. Objetivos claramente injerencistas e imperialistas. Son las intervenciones que vienen próximamente.