En el año de 1950, a un costado del Parque Agua Azul, se decidió construir una moderna terminal de autobuses foráneos, pionera en su tipo, y que concentrara las salidas y llegadas de las diversas líneas que conectaban a la Perla de Occidente con el resto del país.Ocupó el sitio que alguna vez albergó al Cementerio de Los Ángeles y luego al Estadio municipal. El cementerio, proyectado por Fray Sebastián de Aparicio, era necesario para sepultar a las víctimas de la epidemia de cholera morbus que se abatió sobre nuestra ciudad.Abrió sus puertas en el año 1833; Guadalajara carecía de espacios para enterrar a las víctimas de la epidemia de cholera morbus. Luego, en pleno abandono, en el año 1929, cedió su lugar al Estadio municipal, dedicado principalmente a la práctica de beisbol y a las fiestas atléticas de los colegios y escuelas de la ciudad. Recordemos que la Liga Mayor de Futbol se inició hasta 1943.En la década de los cincuenta, la ciudad tenía otro estadio, el Parque Oro o Parque Martínez Sandoval, donde jugaban el Atlas, el Guadalajara y el Oro, y posteriormente el Nacional. Era ya innecesario el Municipal, por lo que en 1950, a iniciativa del gobernador González Gallo y con la coadyuvancia posterior de Agustín Yáñez, en el año 1952 se inauguró la Central de Autobuses, un edificio de seis pisos, moderno y funcional, diseñado por el arquitecto Miguel Aldana Mijares.Un proyecto excelente, amplio, limpio, muestra del funcionalismo, y en la parte superior albergaba oficinas y los espacios tanto para el libre tránsito de los pasajeros, bancas donde sentarse, comercios y los andenes o carriles de abordaje perfectamente distribuidos a ambos lados del núcleo central.Había dos salas, una para primera clase y la otra para los de segunda. Recuerdo algunas líneas de camiones: Tres Estrellas de Oro, Línea Azul, Ómnibus de México, Ómnibus de Oriente, Transportes Frontera, Autotransportes del Sur de Jalisco, Transportes Norte de Sonora, Transportes del Pacífico, Camiones de Los Altos, Estrella Blanca, Flecha Amarilla. Eran camiones marca GMC y Dina. El de Tres Estrellas tenía un servicio al D.F. que se llamaba “Expreso de lujo”, un camión jorobado equipado con W.C., con servicio de edecán y bebidas a bordo; su terminal en la capital de la República estaba en Niño Perdido y Salto del Agua.La vía de ingreso de los autobuses a la Central estaba flanqueada por las dos salas: la de primera y la de segunda. Ambas tenían restaurantes muy amplios y ofrecían desayuno, comida y cena; a un costado había puestos de revistas y periódicos, algunos comercios y las taquillas.Una vez ingresado a la zona de andenes, boleto en mano, pasaba uno a las salas de espera de la línea correspondiente y, si contábamos con tiempo, todavía podíamos hacer compras de última hora en los diversos comercios del interior del edificio; ofrecían toda clase de golosinas, gelatinas de leche y de frutas, dulces, chocolates, jugos, cigarros, cerillos, tarjetas postales, artesanías y unos deliciosos sándwiches de jamón y de queso amarillo. Incluso vendían medicamentos como Merthiolate y curitas para las cortadas y raspones; Enterobioformo, compuesto para las infecciones intestinales, Antiflogistine Instant para la tos, Dual’s Nordín para la gripe, Cafiaspirina y Mejorales para el dolor de cabeza.Por los pasillos de la Central era común ver a los pasajeros llevando a sus destinos los famosos birotes de casi un metro de largo. Estos birotes de la Central tienen al menos 100 años de tradición. Surgieron después de la llegada del ferrocarril a la ciudad, en las postrimerías del siglo XIX; después se ubicaron en la zona de las Nueve Esquinas y ahora los vemos en la calle 5 de Febrero, a un costado, por 5 de Febrero y Doctor R. Michel.Son compra obligatoria. Los birotes deben su nombre a un panadero de origen belga o francés llamado Camille Birotte, que decidió abrir una panadería en la ciudad en el segundo tercio del siglo XIX y ofrecerlo como una mercancía que adquirió carta de identidad tapatía. El pan se empezó a vender en Guadalajara en el siglo XVI y, aunque el birote apareció después, hoy día es infaltable en las mesas de la comarca.Dos calles nos recordarán siempre los orígenes de la Central: Los Ángeles, por el cementerio del mismo nombre, y Estadio, por el viejo Estadio municipal.Gracias por su lectura y, si Dios nos presta vida y licencia, aquí nos encontraremos el próximo sábado.