Si hacemos un ejercicio de imaginación política y de poder, seguramente podríamos aventurar que en eso pensaron en algún momento los tres finalistas por la candidatura naranja a la gubernatura del Estado, el secretario Alberto Esquer, el senador Clemente Castañeda y el alcalde tapatío Pablo Lemus (en estricto orden alfabético), el sábado pasado que fueron nuevamente a tomar café a la Casa Jalisco, invitados por el gobernador casi saliente, Enrique Alfaro.Mientras en lo que intentaban tener una charla franca para tener la convicción de que manteniendo la unidad dentro del partido Movimiento Ciudadano ninguna fuerza política, sola o en alianza, incluida la del partido Morena del Presidente Andrés Manuel López Obrador, les podría arrebatar el poder en Jalisco, en lo íntimo, cada uno de los suspirantes se daba unos instantes para divagar en la posibilidad de convertirse en el próximo inquilino de la casona de Manuel Acuña y todas las comodidades y privilegios que ello implica.De frente a los amplios jardines de la residencia oficial del mandatario estatal, y mientras el anfitrión y líder de la nomenclatura naranja, que será el gran elector del candidato al definir el método de selección del que será el abanderado de MC para sucederlo encabezaba la charla donde se destacaban las virtudes de la popularidad de Lemus, de la capacidad operativa de Esquer y de la amplia experiencia legislativa y partidista de Clemente, y se prometía piso parejo en la contienda interna, cada uno de los contendientes internos “ya se veía” saliendo de Casa Jalisco rumbo a Palacio de Gobierno y de regreso del Centro a la Colonia Providencia en una jornada de trabajo habitual como mandatario estatal.Al término del encuentro, volvieron a la realidad de la incertidumbre que padecen por su futuro político.Lemus, el que siempre ha sido puntero en las encuestas, con la certeza de que prevalecen las desconfianzas hacia él de la cúpula naranja en Jalisco por la crisis de diciembre, cuando decidió no ir y despotricar contra los que fueron a la marcha contra la FIL, que presidía su aliado y difunto, Raúl Padilla, pero sabedor también del respaldo que tiene del dueño de la marca emecista en el país, Dante Delgado. Castañeda de estar ante la disyuntiva de dejar las aguas mansas de la vida parlamentaria y entrar de lleno al ejercicio del poder ejecutivo con la posibilidad de tomar las riendas del Estado y todos los riesgos que ello implica por la difícil realidad que vive Jalisco.Y Esquer empeñado en seguir con su sueño de ser el candidato pese a ser considerado como el retador y confiado en poder competir al tú por tú con sus correligionarios una vez que en junio les definan las reglas en el partido naranja.Con muchas incógnitas por despejar sobre la sucesión naranja salieron los tres invitados, y con el espejismo que pudiera convertirse en realidad de la Casa Jalisco que sueñan habitar.jbarrera4r@gmail.com
