Lunes, 10 de Febrero 2025

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El comercio es la paz

Por: Ricardo Salinas Pliego

El comercio es la paz

El comercio es la paz

“Los hombres malvados siempre existirán; sin embargo, es importante crear un orden económico en el que su poder para hacer daño se reduzca al mínimo”.

-Ludwig von Mises

En 1942, Ludwig von Mises publicó en la revista mexicana “Cuadernos Americanos” un artículo visionario cuyas lecciones, desafortunadamente, la mayoría de los gobernantes ignoran hoy.

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Mises externó en su ensayo el deseo de que “algún día, esta terrible guerra finalice y la gente pueda dedicarse, una vez más, a las tareas propias de la paz. Entonces, la producción de armas y otros instrumentos criminales será sustituida por bienes propios para el consumo de los hombres, las mujeres y los niños”.

En el texto, Mises explica que la principal razón del terrible conflicto bélico fue el nacionalismo económico practicado con gran entusiasmo por los gobiernos de varias naciones durante la década de los 30, como una falsa solución a la Gran Depresión que detonó el crac bursátil de 1929.

En esa década, muchos gobiernos consideraron que los intereses de sus respectivas naciones serían impulsados al realizar todas o alguna de las siguientes políticas: (1) prohibir la importación de productos del extranjero -hoy en día es la amenaza de aplicar aranceles-, (2) restringir la inmigración o (3) expropiar, total o parcialmente, el capital de las comunidades provenientes del exterior. Desafortunadamente, México no fue la excepción.

Al final todo esto resultó ser un gran fraude. Para empezar, Mises nos recuerda que las restricciones al comercio internacional eventualmente causan un deterioro en la productividad laboral y, por lo tanto, en las condiciones de vida de la población. Además, debemos subrayar de manera enfática que todo el comercio se realiza entre individuos, personas que escogen libremente lo que les conviene y cualquier interferencia por parte de los gobiernos es un atentado en contra de la libertad individual.

Este irracional antagonismo económico gradualmente empujó al mundo a la Segunda Guerra Mundial, porque las limitaciones al comercio eliminaron el incentivo para cooperar que naturalmente observan las naciones y los individuos que comercian entre ellos. Además, cuando se propaga a través del mundo este pensamiento falaz, los países industrializados no pueden exportar sus productos de valor agregado, lo que a su vez evita el acceso a las divisas necesarias para adquirir las materias primas que se requieren. Esto “obliga” a esas naciones a invadir militarmente a países que cuentan con esos recursos básicos y que, al carecer de una base industrial, serán incapaces de defenderse.

En un mundo donde impera el proteccionismo, cualquier nación pequeña pero rica en recursos naturales está expuesta a un grave peligro de invasión y los países industrializados buscarán “armarse hasta los dientes” para asegurar “su derecho natural” a los insumos básicos de producción.

En contraste, en un mundo donde prevalece el libre comercio, las materias primas se podrán adquirir libremente en los mercados internacionales, lo que elimina la necesidad de utilizar la fuerza militar para conseguirlas. Por ello, como ciudadanos tenemos un deber moral de denunciar el proteccionismo y el nacionalismo económico en todas sus formas.

La economista Deirdre McCloskey advierte que “la gente piensa que la economía es un juego de suma cero: si tú mejoras, yo empeoro”. El populismo incorpora esta forma de pensar. Los populistas, que no entienden cómo funciona la economía, toman medidas que siempre tienen resultados diferentes a lo que ofrecen. Por el contrario, McCloskey considera que “el liberalismo es lo opuesto al populismo. Llevó a la innovación y a una ampliación dramática de la economía y a la reducción de la pobreza”.

Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas entendieron la lección y en 1957 firmaron los Tratados de Roma, precursores de lo que hoy es la Unión Europea y que propiciaron una ola a favor del libre comercio.

Actualmente, diferentes expertos consideran que los conflictos entre naciones se resolverían en la medida en que el bienestar se fomente a través del libre comercio.

No obstante, en pleno Siglo XXI vemos que las lecciones de la Segunda Guerra Mundial fueron olvidadas por muchos políticos populistas, a la izquierda y derecha del espectro. Ellos impulsan alguna combinación de las tres políticas que llevaron al mundo a la guerra. Olvidan que el comercio es la paz.

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