El Gobierno de Claudia Sheinbaum se comprometió a combatir coordinadamente a los grupos de narcotraficantes, particularmente los que trafican fentanilo a Estados Unidos. “Coordinadamente” significa simple y sencillamente que volverán los operativos conjuntos y que las agencias mexicanas aceptarán la colaboración de las agencias estadounidenses. Dicho de otra manera, ellos harán el espionaje y la ubicación y el Gobierno mexicano la detención, como sucedió tantas veces en el pasado.El regreso de la colaboración y una política de combate a los cárteles es, en principio, una buena noticia, pero debemos tener claro que el combate implica violencia, esa que López Obrador quiso evitar y que no sirvió de gran cosa porque el país no se pacificó. En el sexenio pasado se controlaron algunos delitos, sin embargo, la violencia siguió igual. El número de asesinatos en el país, sexenio contra sexenio, creció. Y si sumamos muertes violentas más desapariciones, el resultado es espeluznantemente mayor. Más allá de las cifras, que no son números sino vidas humanas, si vemos lo que pasó en materia de control territorial por parte del crimen organizado el retroceso en el sexenio de López Obrador fue bestial.Estados Unidos quiere cabezas de grandes capos y México se las va a dar. Eso puede generar mayor violencia en el corto plazo. Descabezar grandes organizaciones puede derivar en una guerra de bandas, como está ocurriendo en Sinaloa. Nadie puede predecir cómo se comportarán los diferentes grupos ante la posible captura de sus líderes, pero el riesgo es alto particularmente en donde existe un añejo control de la plaza. El caso del cártel Nueva Generación es quizá el de mayor riesgo, mas no es el único.Llama la atención que, en el comunicado del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se habla de un acuerdo para denominar terroristas a los cárteles traficantes de fentanilo. Aunque ni Trump ni Sheinbaum lo mencionaron, hacerlo tendrá muchas implicaciones para importantes sectores de la economía mexicana donde fluye con naturalidad el dinero del crimen organizado.El mayor riesgo para el país es que se combata sólo el tráfico de drogas y no se toque la estructura de control territorial del crimen organizado, pues a la postre el pato lo terminaremos pagando lo mexicanos, los ciudadanos de a pie, que es de donde saldrán los flujos que perderán los grupos dedicados al narcotráfico. Junto con el cambio de política de seguridad empujado por los acuerdos con Estados Unidos tiene que existir una recuperación de los territorios y en eso tiene que involucrarse a todos los niveles de Gobierno, particularmente a los gobernadores.diego.petersen@informador.com.mx