En su primer día como gobernador, allá a finales del 2018, Enrique Alfaro prometió tener como prioridad de su gobierno la limpieza y saneamiento del Río Santiago con una inversión de 12 mil millones de pesos. Muchos aplaudimos la iniciativa, y también comentamos que era imposible tener un río limpio en seis años, como él lo ofrecía. En sus últimos días de gobierno presumió el saneamiento del río y dijo que había invertido ocho mil millones de pesos en la cuenca (le sumó hasta las guasanas que se compró en el camino). Sin duda lo invertido es mucho mejor que no haber hecho nada, pero está lejos, muy lejos de haber cumplido la promesa: el río sigue contaminado.La Presidenta Sheinbaum presume con bombo y platillo que este año se invertirán mil millones de pesos en el saneamiento de cuatro cuencas, una de ellas Lerma-Chapala-Santiago. La cantidad es irrisoria, aun suponiendo que se reparta por partes iguales (lo cual parece que no será así, pues la cuenca del Balsas está acaparando los reflectores y, por lo mismo, el dinero) 250 millones para el tamaño del problema es irrisorio, no pintan.¿Qué sí podemos hacer? Lo primero es hacernos cargo de nosotros mismos y dejar de ensuciar el río. El Santiago nace en el Lago de Chapala y la calidad del agua a la que debemos aspirar en el río es que sea por lo menos igual a la que recibimos. Poco podemos hacer como jaliscienses para impedir que las industrias y la agricultura del alto Lerma contaminen el agua que llega a Chapala y, por lo tanto, al Santiago. Lo que es imperdonable es que nosotros, nuestras industrias, nuestros criadores de animales, nuestros municipios, nuestros agricultores, contaminan el río y luego nos quejemos de que la Federación no haga nada.Sí, por supuesto que hay normas ambientales de ámbito federal que el Estado y los municipios no pueden brincarse, pero sí tienen capacidades y normas para obligar a quienes contaminen a que dejen de hacerlo.La ampliación de la planta de tratamiento de la cuenca de El Ahogado es sin duda una gran noticia, ¿quién está verificando que cumpla con las normas y esté operando correctamente? Se invirtió el sexenio pasado en pequeñas plantas para evitar la llegada de los desechos de las porquerizas al río, ¿quién nos asegura que estén funcionando? Los industriales de la zona de El Salto y Atequiza dicen que ellos no contaminan, ¿dónde están las pruebas?Sanear el río comienza por involucrar a toda la sociedad, no sólo a los vecinos de las márgenes. El resto quizá solo servimos para presionar. Por qué no comenzamos por hacer públicos, semana a semana y con la mayor publicidad posible, los datos de calidad del agua del río en su nacimiento, en la cascada de El Salto, en Arcediano y en San Cristóbal de la Barranca. Conocer qué contaminantes y cuántos tiene el agua en cada uno de estos puntos nos dará al menos una idea de quién está contaminando el agua que es de todos.