A Catalina la sorprendieron, literalmente, arrastrando un perro por calles de Tlaquepaque; lo iba jalando detrás de su carro, con un cable amarrado al cuello, mientras ella manejaba. El animal -un pastor belga, color canela- ya traía las patas ensangrentadas y apenas podía moverse. Fueron otros automovilistas quienes la obligaron a frenar y grabaron todo.La mujer, de 58 años, aseguró que no le estaba haciendo nada al pobre perro. Sin atisbo de pena o arrepentimiento, insistió en que solo estaba trasladándolo a otro sitio porque le había rayado el auto; que la dejaran irse porque llevaba prisa; que si querían, que se lo quedaran.“Yo soy policía, tengo una cita, (el perro) se subió a mi coche”, les dijo, según el vídeo que se hizo viral en redes sociales en apenas unos minutos. “Háblale a la policía que se lo lleve. Tengo una cita en el seguro, déjame irme. No lo estoy asesinando, me lo voy a llevar a la otra casa”. Y aunque trató de escapar, los conductores y vecinos se lo impidieron bloqueándole el paso. Entonces, a la señora no le quedó de otra que bajarse del carro -con tijeras en mano- a cortar el lazo que traía el perro en el cuello; el animal, tirado en el piso, solo jadeaba y apenas y se movía. “Ay, el perro no está asustado, él está acostumbrado. Estaba en la calle, andaba en la calle y se subió a mi camioneta”, volvió a decir, tratando de zafarse de la situación.Catalina está detenida porque esa tarde los vecinos llamaron a la policía y le impidieron escapar. Ahora enfrenta un juicio por presunta crueldad animal y le dictaron prisión preventiva justificada por tres meses; sin embargo, el 3 de octubre tendrá una audiencia de suspensión condicional, buscando obtener su libertad.Lesionar a cualquier animal es un delito y si se le provoca la muerte, el castigo puede ir de 6 meses hasta 3 años de prisión, según los artículos 305 y 306 del Código Penal de Jalisco. Y si se le ocasiona “un grave sufrimiento al provocar la muerte no inmediata, prolongando la agonía del animal”, la pena se incrementa una mitad.La crueldad y desprecio con que algunas personas tratan a los animales jamás debería minimizarse; al contrario, puede ser una bomba de tiempo, el primer paso para que también se ejerza violencia hacia otras personas. En México hay aproximadamente 18 millones de perros en la calle, sin hogar, de acuerdo con el Índice de Mascotas sin Hogar, de la organización Mars Pet. Y, en contraste con este y otros casos, cada vez hay más conciencia animalista, con asociaciones de rescatistas que dedican su tiempo, amor y cuidados para salvar animales. Oponerse a cualquier tipo de violencia es un acto de humanidad.Aunque para algunos podría ser un tema menor, debemos reconocer que la vida en comunidad implica también la convivencia con otros seres vivos que han venido acompañando al ser humano. Tolerar el maltrato animal es indicio de una sociedad indiferente a la violencia, al dolor.Instagram: vania.dedios
