El lunes pasado, lo que fue el comienzo de un día con amenazas de nubarrones -en ambos lados de la frontera- por la imposición de aranceles, terminó con sonrisas en las caras de Donald Trump y Claudia Sheinbaum después de la conversación que sostuvieron ambos mandatarios por espacio de 45 minutos. En sus comunicados -a través de las redes sociales- coincidieron en “suministrar inmediatamente 10 mil soldados mexicanos en la frontera… designados específicamente para detener el flujo de fentanilo y de inmigrantes”, se publicó desde la Casa Blanca, mientras que en Palacio Nacional se informó que se “reforzará la frontera con 10 mil elementos de la Guardia Nacional de forma inmediata, para evitar el tráfico de drogas de México a Estados Unidos, en particular fentanilo”; y en lo que se refiere a la implementación de los aranceles, Trump establece que “acordamos suspender inmediatamente los aranceles previstos durante un periodo de un mes durante el cual tendremos negociaciones… ”, mientras que Sheinbaum escuetamente escribió que “Se ponen en pausa los aranceles por un mes a partir de ahora”. Lo que no mencionaron en los mensajes y no se sabe oficialmente si lo platicaron, fue la acusación de Trump en su orden ejecutiva firmada el domingo, donde afirmó que “Las organizaciones mexicanas de narcotráfico tienen una alianza intolerable con el gobierno de México”, que causó molestia a la Presidenta de México, quien el lunes dijo: “Rechazamos categóricamente la calumnia que hace la Casa Blanca al Gobierno de México”. Es obvio que si Claudia y Trump abordaron el tema de la acusación, no lo iban a ventilar públicamente, cuando lo más importante -de momento- era resolver de forma inmediata la aplicación de aranceles que iba a provocar severas consecuencias económicas en los bolsillos de los ciudadanos de los dos países, mientras que el tema de la “alianza” narcotráfico/gobierno de México es solo -hasta ahora- una sospecha o percepción de Washington, donde no hay pruebas o acusaciones concretas. Aunque es evidente no pensar que ante la gravedad de la acusación y el daño que representa para la imagen de México, Sheinbaum debió haber mencionado el asunto tratando de clarificar la postura de su administración, así como le pidió que se comprometan “a trabajar para evitar el tráfico de armas de alto poder a México”, que Trump no mencionó en su mensaje ni en la conferencia de prensa desde la Oficina Oval. El acuerdo tomado a la agresiva bravuconada de los aranceles -anunciada desde su campaña presidencial- es un alivio en todos los sentidos, que se puede ver como un ¿triunfo desde Palacio Nacional? o simplemente seguirle el juego a Trump -”con la cabeza fría” que ofreció Sheinbaum- , pero también la confirmación que al nuevo inquilino de la Casa Blanca le encanta “ladrar”, que cómo molesta, pero como dice el popular refrán -y ojalá que así sea- “perro que ladra, no muerde”. Usted, ¿qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net