Jueves, 26 de Diciembre 2024

Un buscador de historias para el insomnio

El portugués Francisco José Viegas nos habla de su bibliografía y la forma en que se ha desenvuelto en la novela “Lourenço Marques”

Por: Jorge Pérez

Un buscador de historias para el insomnio

Un buscador de historias para el insomnio

Hay hombres de letras que exploran las posibilidades de la literatura en diversos ámbitos, como es el caso del escritor portugués Francisco José Viegas, cuya actividad en la escritura va de gastronómica a la novela policiaca, pasando por la pasión deportiva, además de la edición. Tras su paso por Guadalajara, en donde formó parte del programa de invitados de Portugal como invitado de honor de la más reciente FIL, Viegas platicó sobre su literatura y los diversos temas que toca en su bibliografía.

-Pienso en la novela “Lourenço Marques”, donde hay un juego entre el pasado y el presente, tanto del personaje como de Portugal, ¿cómo surge el interés de resaltar la historia? (En Lourenço Marques el personaje viaja a Maputo, capital de Mozambique antes llamada “Lourenço Marques”).
-El pasado es la única cosa que tenemos segura. Hoy en día la literatura es muy presente: la gente que escribe cosas como “Yo estoy haciendo esto…” es demasiada autoficción. A mí no me interesa: quiero hablar de los otros. Una razón de la crisis en la ficción es que los escritores hablan permanentemente de sí mismos. Me interesa hablar de los otros. Me gusta sentarme en un café, ir en el tren, oír y robar las historias, escuchar las conversaciones. Se sabe así la vida de toda la gente: es mucho más fantástica de lo que imaginamos. Creo que hay un déficit en la literatura contemporánea sobre la atención de los escritores: están olvidando los otros, son poco curiosos incluso sobre la historia.

-El protagonista de “Lourenço Marques” regresa al pasado para redescubrirlo.
-Es una historia muy portuguesa: los portugueses estuvieron por todas partes con su papel de imperialistas, descubridores. Es la historia de alguien que vivió su infancia en Mozambique y que 15 años después vuelve a su casa. O era su casa, ya es otro país. Eso para los portugueses ha sido difícil de comprender en los años ochenta o noventa. Está “Out of Africa” de Karen Blixen, empieza así: Alguna vez tuve una granja en África. Esa expresión es dominante en mi libro: durante mucho tiempo la gente que vivió en África, los portugueses, no tuvieron posibilidad de tener una memoria, porque era una memoria políticamente incorrecta por ser colonos, los blancos en África.

-Otros de los temas que ha explorado es la gastronomía, incluso en el sitio web.
-Durante los años ochenta, cuando empecé a publicar, había una moda que era diseñar departamentos sin cocina, porque cocinar es sucio: pero a mí es un gran placer, hay que usar el olfato, hacer experimentos. Y sobre todo: la cocina no existe para uno, existe para los otros. Es necesario invertir pasión, amor, atención. Cocinamos algo porque le gusta a la persona, hay una relación intensa entre la cocina-pasión y los otros. Me quejo de que en la lectura no se presta atención: en la cocina siempre se presta atención.

-Entre otros temas que ha explorado está la serie de libros policiacos, con el personaje Jaime Ramos, ¿cómo surgió ese interés por el género?
-Durante mucho tiempo estuvo la sensación de que se escribía literatura policiaca para gente sin gusto. A mí me da placer, porque es como burlar a los poderosos de la literatura, que piensan que hay una alta literatura y una literatura baja. Pero a mí eso no me da. Para mí uno de los mejores de México es Élmer Mendoza. Es grande. Yo creo que es injusto clasificarlo solo como el autor de policiaca: es un gran autor. Casi toda la literatura es policial: habla de la muerte, de la huida, de la duda, la desaparición, el miedo y la culpa. Esa es la materia de la literatura. Los grandes autores de la literatura policiaca, Chandler, Élmer y muchos más, han aprendido la lección del “Quijote”: la historia es interminable, sus intérpretes no tienen que ser los poderosos ni los bien comportados. Es una de las razones por las que escribo literatura policiaca. La otra es porque tengo insomnio: lo peor que puede ocurrir a alguien con insomnio es que alguien esté durmiendo: trato de provocar el insomnio en los otros.  

-¿Esa perspectiva de la literatura policiaca va de la mano con su otra vocación, como escritor? ¿Cómo combina ambas facetas?
-Editar y publicar hoy es casi un trabajo de “Quijote”. Es muy difícil, se lee cada vez menos. En Europa son números muy tristes. La sed de ficción está siendo dirigida para otros medios: hace diez años no existía Netflix. Van a invertir 63 mil millones de dólares en ficción en 2019: es muy difícil competir con medios tan poderosos. Creo que la literatura seguirá en los próximos años en un régimen de clandestinidad. Eso es bueno para la literatura, es bueno para los autores para que aprendan, para que intenten seducir a más lectores. Pero no hay vínculo entre mi trabajo como editor y mi trabajo como escritor. Son cosas totalmente diferentes: yo escribo entre las 4:30 am y las 9 am, y trabajo en la oficina a partir de las 9 am hasta las 6 pm, 7 u 8.

-Lo que menciona de los escritores y que pueden aprender, está relacionado con aquello de fijarse más en las historias.
-Sí, unas cosas más importantes en el género humano es nuestra condición: es una condición de la historia, nos fascinan, nos fascina la posibilidad de contarlas a los otros. Desde amor o hasta burla. Es algo que se le ha escapado a muchos escritores. Si tenemos al famoso de Noruega, hombre, ¿son cinco o seis volúmenes sobre qué? ¡Sobre él! Cuando va al baño, cuando odia a su padre, luego pierde a su padre, luego va al baño otra vez. Es como la madalena de Proust: existe, pero hay más, no se puede reducir toda la literatura a eso, hay mucho más. Tampoco me interesa el escritor como pensador, que piensa mejor solo porque es escritor (no, generalmente los escritores son los peores). A mí me interesa hacer un retrato, una foto. Me encanta la fotografía: el personaje de mis libros policiacos siempre está manoseando retratos, imágenes, para ver cómo era el muerto cuando estaba vivo, con su gente. Me interesa hacer ese retrato del país. Me interesan los excluidos: no solo los que no tienen dinero, me interesan los portugueses que regresaban de África y Asia, o la gente derrotada en la revolución, perdieron su vida. Es gente que no estaba en el sitio correcto.

-En el futbol hay muchas de esas historias, y es otro tema que frecuenta.
-El futbol era un sitio prohibido para la literatura. En Portugal había una especie de frontera, “no se mezcla”. Al contrario de América, donde tienen a escritores fantásticos: Valdano, que escribe de forma fantástica. Los brasileños también. El futbol no me interesa como un deporte. No me gusta el deporte. Me encanta el juego de guerra: es un juego de tribu. Desgraciadamente ocurren cosas terribles como las de los hinchas argentinos, energúmenos de River y Boca. También me gusta la posibilidad de reunir en el futbol una especie de sociedad sin clases: sentados en el estadio así lo es.
A propósito del futbol, Francisco José Viegas comentó sobre su equipo favorito: “El Porto, el Porto de Herrera y de Corona. Hay un mexicano, de los malos, que está en Benfica (Raúl Jiménez)”.

Tapatío

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