En la actualidad, un consulado es la oficina gubernamental encargada de auxiliar a los extranjeros en la realización de diversos trámites, como permisos turísticos, educativos o de trabajo, así como brindar apoyo en caso de emergencia, entre otros.Durante la época colonial, el Real Consulado estaba estrechamente vinculado al comercio. Sus funciones incluían actuar como Tribunal de Justicia para regular transacciones y disputas comerciales, se encargaba de la construcción y mantenimiento de caminos y puentes para garantizar una comunicación óptima, así también fomentaba la industria y la agricultura.Durante el periodo colonial, el comercio era controlado por la Corona española a través del Consulado de México, creado el 15 de junio de 1592 mediante cédula real. Debido a la creciente prosperidad de la región de Guadalajara, que se convirtió en un centro de distribución de productos provenientes de Europa y China, se iniciaron gestiones para establecer un consulado en dicha ciudad. Estas acciones prosperaron con la autorización de su creación, otorgada mediante cédula real del 6 de junio de 1795.Para que este consulado tuviera su propia sede, se adquirió una casa ubicada en las actuales calles de Independencia y Alcalde, cuya propietaria era la señora María Matiana Samaniago. La finca era lo suficientemente grande para que el consulado pudiera utilizar sus espacios por separado y, al mismo tiempo, recaudar fondos para solventar la deuda contraída con la señora Samaniago.Una de las primeras acciones del Consulado fue organizar sus oficinas y publicar la cédula real con el propósito de dar a conocer a la comunidad los puntos esenciales de su constitución. La primera impresión de este documento estuvo a cargo del impresor del Consulado.Entre sus gestiones más destacadas se encuentra la obtención del permiso anual para la Feria de San Juan de los Lagos desde 1794. Con el tiempo, esta feria se consolidó gracias a la devoción de los fieles que acudían a venerar a la Virgen de la región. Tres años después, en 1797, se concretó la construcción de una aduana y la instalación de un mercado.En cuanto a la comunicación, el Consulado inauguró en 1797 un servicio de coches y diligencias tiradas por mulas, que partían el primero de cada mes desde la Ciudad de México hacia Guadalajara y regresaban el día 16; algunas de las terminales establecidas en el trayecto fueron Zapotlán de los Tecuejes (hoy Zapotlanejo), Cerrogordo, Frías, Irapuato, Celaya y San Juan del Rio.Intervino en la construcción y mantenimiento de diversos puentes que se encontraban en mal estado, como los de Calderón, La Laja, Tololotlán, San Martín y Río de Medina, entre otros.En el ramo agrícola, se encargó de imprimir y difundir cartas circulares sobre el cultivo y cosecha del cacao, además de otorgar premios a las sementeras de añil y cacao con mejor rendimiento. También tuvo un papel relevante en la promoción de las artes, ya que desde 1808 sostuvo la Escuela de Dibujo.El Real Consulado desempeñó un papel clave en el fortalecimiento del comercio y la comunicación en la región occidental durante el virreinato, su función llego a su fin en noviembre de 1824, tras la proclamación de la Constitución Mexicana, que dejó un vacío de varias décadas, hasta la creación del Decreto de Organización de las Juntas de Fomento y Tribunales Mercantiles en 1842.Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante.