El Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, se ha convertido en el escenario de una de las revelaciones más escalofriantes sobre el modus operandi del CNG. Gracias a la entrevista realizada por el youtuber Gusgri a Luis "N", un joven que logró escapar del temido lugar conocido como "la escuelita del terror", se han podido conocer detalles impactantes sobre la manera en que este grupo criminal opera para someter y adiestrar a sus víctimas.Luis "N" relató que durante su tiempo en cautiverio debía pedir autorización para absolutamente todo. "Teníamos que pedir autorización para todo", afirmó en la entrevista. Acciones tan básicas como tomar agua, usar el baño o incluso recoger una escoba requerían la aprobación de sus captores. Este sistema de control extremo formaba parte del adoctrinamiento psicológico al que eran sometidos los reclutas, quienes eran vigilados de manera constante para asegurar su completa sumisión y dependencia.El testimonio de Luis "N" confirma lo encontrado en una libreta hallada en el Rancho Izaguirre por colectivos de búsqueda. En dicho cuaderno se detallaban instrucciones sobre el manejo de armas y tácticas de combate, evidenciando el entrenamiento forzado que el CNG impone a sus nuevos integrantes. Según su relato, los secuestrados eran obligados a convertirse en escoltas o cocineros para las operaciones de metanfetamina del cártel. La brutalidad del proceso incluía ser despojados de su ropa, rociados con agua y sometidos a descargas eléctricas para verificar si llevaban dispositivos de rastreo ocultos. La tortura no se detenía ahí. Luis "N" contó que los reclutas eran inmovilizados y atacados con hormigas para causarles un sufrimiento extremo. Además, eran forzados a consumir carne humana y a dormir junto a cuerpos en descomposición. Estas prácticas tenían el objetivo de desensibilizarlos y cortar cualquier vínculo emocional con sus vidas anteriores, transformándolos en piezas funcionales dentro de la estructura criminal.Otra de las frases perturbadoras que se han documentado dentro de este campo de exterminio es el lema que se inculcaba en sus aprendices: "Sin cuerpo, no hay crimen, por lo que debemos desaparecer el cuerpo y despedazarlo completamente". Los entrenamientos incluían el uso de armas como la pistola 9mm Beretta y rifles de asalto, además de instrucción en tácticas de combate para ser utilizados como sicarios o protectores de los laboratorios de drogas.Por ahora, Luis "N" es una de las pocas voces que han podido contar su historia. Su testimonio no solo ayuda a entender el horror que se vive dentro de "la escuelita del terror", sino que también sirve como un llamado urgente para que se intensifiquen las investigaciones y se haga justicia por todas las víctimas que no han podido escapar de este infierno. BB