Jueves, 26 de Diciembre 2024

Por el narcotráfico y la violencia, mexicanos cruzan la otra frontera

De acuerdo con el gobierno guatemalteco, al menos 580 mexicanos han cruzado la frontera huyendo de la violencia

Por: AP .

Refugiados mexicanos en Huehuetenango, Guatemala, que han sufrido la violencia criminal en sus comunidades de origen. EFE

Refugiados mexicanos en Huehuetenango, Guatemala, que han sufrido la violencia criminal en sus comunidades de origen. EFE

“Salí de mi casa por la balacera y por el miedo”. Un mexicano de 72 años que pidió no ser identificado por temor por su vida supo que era momento de abandonar su hogar cuando el lunes escuchó el último enfrentamiento a tiros entre cárteles en su comunidad en Amatenango la Frontera, Chiapas. 

Las balas retumbaban cerca de su casa, tomó a su familia, sus hijos y nietos y huyó al lado de Guatemala.

“Los carteles lo matan a uno siendo inocente” aseguró. Es uno de los 217 mexicanos en su mayoría agricultores que en su huida llegaron hasta la comunidad Ampliación Nueva Reforma, en el municipio de Cubilco en el departamento de Huehuetenango en Guatemala, fronterizo con México.

Según el gobierno guatemalteco, al menos 580 mexicanos han cruzado la frontera huyendo de la violencia.

El anciano, entre lágrimas, dijo que está triste, que dejó a sus animales, sus documentos, dinero y salió corriendo de su hogar. Las balaceras llevan ya dos meses ocurriendo en su comunidad.

Los refugiados han llegado de por lo menos cinco barrios distintos del municipio de Amatenango.

En la comunidad guatemalteca de Ampliación Nueva Reforma han recibido a sus vecinos con lo que tienen. Les comparten comida y, en algunos casos de familiares, también techo. La mayoría de los recién llegados están alojados en la única escuela del lugar, a la espera de que llegue la atención que el Gobierno de Bernardo Arévalo dijo estar brindando.

El Ejército de Guatemala reforzó su línea fronteriza para evitar el cruce de grupos criminales a su país. 

Los desplazamientos de población en Chiapas se han multiplicado en los últimos meses. El mayor desplazamiento en décadas tuvo lugar en junio en la localidad de Tila, en la zona Norte, cuando más de cuatro mil personas huyeron de la localidad tras estar 72 horas encerradas por miedo a los grupos armados.

Una amenaza sin fin

El obispo emérito de la diócesis de Tapachula, Jaime Calderón, indicó que a la dolorosa situación que ya vivía Chiapas, con sus habitantes “secuestrados” en sus comunidades y obligados a pagar extorsiones o a estar en los retenes viales impuestos por los criminales, se unió en últimas fechas “ser amedrentados, amenazados y obligados a participar como escudos humanos en los enfrentamientos de los cárteles de la droga”.

Según el prelado, esto pasó el 20 y 22 de julio, aunque no mencionó comunidades concretas.

Las autoridades mexicanas no se han pronunciado hasta el momento sobre los hechos. La Secretaria de Seguridad de Chiapas dijo que no había recibido reportes de incidentes en la zona y ni el Gobierno del Estado ni la Cancillería respondieron a solicitudes de comentario.

En un documento de las autoridades guatemaltecas, los desplazados indicaban que abandonaron sus hogares ante la escasez de alimentos y la violencia entre grupos del crimen organizado.

Los cárteles de Sinaloa y el Nueva Generación llevan más de un año luchando por el control de las rutas de tráfico de migrantes, drogas y armas en Chiapas, el Estado mexicano más pobre, que conecta con Centroamérica y donde el crimen está utilizando conflictos locales para dividir a las comunidades.

Pero la situación de violencia no dejó de incrementarse y a los asesinatos, las desapariciones y el cobro de extorsiones, que dejaron a población en una situación económica crítica, se une ahora que los civiles sean obligados a convertirse en escudos humanos.

Según denunció Calderón, los militares reciben órdenes del Gobierno para tener “presencia en el territorio sin intervenir para proteger a la población” y los cárteles “nos quieren someter al silencio”, amenazando a la población para que “no se sepa ni se crea lo que estamos viviendo y sufriendo día a día”.

Soldados guatemaltecos vigilan el pueblo de Amatenango, donde están llegando decenas de familias que abandonan Chiapas. EFE

CT 

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