Han pasado 68 años desde la creación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), hoy consolidado como una de las universidades más influyentes de la región.La idea surgió en 1956, cuando un grupo de padres del Instituto de Ciencias, convocados por el padre Luis Hernández Prieto, S.J., buscaba fondos para una alberca. Pronto se planteó fundar una universidad, ya que en Guadalajara sólo existían dos opciones: la Universidad de Guadalajara, con restricciones de ingreso a alumnos de colegios privados, y la Autónoma de Guadalajara, con la que había diferencias ideológicas.El 31 de julio de 1957, día de San Ignacio de Loyola, se firmó el acta constitutiva del ITESO, A.C., integrada por padres del Instituto de Ciencias y empresarios afines a la Compañía de Jesús. Aunque la intención era crear una universidad, se optó por el modelo de “instituto tecnológico”, siguiendo al Tec de Monterrey para evitar obstáculos políticos y burocráticos.Las clases comenzaron en 1958 en casas rentadas en el centro de Guadalajara, con 97 estudiantes en Filosofía, Ingeniería, Economía, Derecho y Ciencias Químicas. En 1963 se colocó la primera piedra del campus en Tlaquepaque, gracias a la donación de terrenos de José Aguilar Figueroa.Durante sus primeros años, el ITESO careció de reconocimiento oficial. Los egresados cumplían con rigor académico, pero sus títulos no tenían validez. En 1968 logró incorporarse a la UNAM y en 1976 obtuvo el reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública. La primera generación que ingresó bajo esta validez lo hizo en 1977. Con ello, el ITESO pudo diseñar sus propios planes de estudio. En los años 80 reorganizó su estructura en departamentos y, a inicios de este siglo, implementó un plan flexible por créditos. En los 90 reforzó la investigación, creando programas formales y consolidando grupos de académicos.Para Juan Jorge Hermosillo Villalobos, coordinador del Archivo Histórico, la mayor aportación del ITESO es formar profesionales con conciencia social y espíritu de colaboración. “Lo que más ha aportado es un estilo humanista que permea a sus egresados”, señaló.Hoy la universidad enfrenta el reto de preparar estudiantes capaces de insertarse en un mercado laboral cambiante. “El desafío es que trabajen en lo que estudiaron y no en áreas distintas por falta de oportunidades”, subrayó Hermosillo.El ITESO pasó de ser un proyecto impulsado por padres jesuitas a una institución de prestigio nacional, combinando formación humanista, investigación y compromiso social. CT