Jueves, 04 de Diciembre 2025

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“Lo siento, cariño”: La caducidad del trauma

Por: Arturo Garibay

“Lo siento, cariño”: La caducidad del trauma

“Lo siento, cariño”: La caducidad del trauma

Hay heridas que sanan, que, aunque nos dejan cicatrices, sanan, al fin y al cabo. Ahí están, por ejemplo, las heridas del cuerpo. Pero hay heridas que no sanan. Son heridas abiertas, eternamente supurantes. Heridas que, a veces, nos incapacitan para seguir adelante: la vida sigue, pero nosotros no. O tal vez seguimos, hacemos como que avanzamos, pero sí que vamos arrastrando ese lastre incorpóreo que resulta más pesado que cualquier yunque. De esas heridas habla “Lo siento, cariño” (“Sorry, Baby”), el premiado largometraje de Eva Víctor, quien se erige con una corona triple: hace un gran trabajo como directora, guionista y protagonista de su ópera prima.

Agnes es una joven profesora universitaria que recibe la visita de su mejor amiga. El evento nos abre la puerta al mundo de Agnes, el cual está marcado por un hecho indecible y doloroso que vivió cuando era estudiante. Nuestra protagonista observa cómo el mundo sigue adelante mientras ella parece engrapada a aquel horrible y amargo momento.

“Lo siento, cariño” presume todos los atributos del mejor cine indie de las últimas tres décadas: su estética aparentemente sencilla eleva la potencia del drama; el filme rehuye los artificios del cine estadounidense contemporáneo para privilegiar el relato, para poner su sobrio pero sesudo lenguaje fílmico al servicio de sus personajes, espacios y situaciones; la pieza, además, deja patente que las historias más particulares y específicas son las que guardan más resonancias universales.

Entre todas sus virtudes, quizá el gran acierto de Eva Víctor sea contarnos una historia tan dolorosa usando el humor como catalizador, articulando con una comedia amarga el trauma central. En ese sentido, su estructura fragmentada no podría ser más poética ni más coherente con lo que el argumento revisa: la cinta habla también sobre la memoria (a través de las cosas que quisiéramos olvidar, pero no podemos) y sobre la forma e impacto de los recuerdos. ¿Y si queremos, pero no debemos olvidar?

Así, el espectador es testigo de una comedia dramática sobre aquello que nos pasa y que no puede ser expresado con palabras. ¿Y si las lágrimas tampoco alcanzan? ¿Ni las risas? El filme transita también por los caminos de la soledad, el silencio, la amistad, los lazos más significativos y -en cierto momento- la incapacidad institucional para asomarse a lo íntimo y humano. Es una pieza formalmente sencilla, sí, pero rica de fondo. No me tiembla la mano al escribir que debe ser una de las mejores películas estrenadas en este 2025.

En resumen: “Lo siento, cariño” es dolorosa y divertida a la vez. Es reflexiva y catártica. Es imperdible. La ganadora del premio de guion en Sundance merece ser vista y conversada. Mientras la gente nos dice a cada rato que “el tiempo cura todas las heridas”, la verdad es que el trauma disiente de dicha declaración. El trauma dice: “aquí me quedo”. El trauma no trae fecha de caducidad. Es que vivir es un deleite, sí, pero también duele más que nada.

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