Un restaurante que no existía, que no tenía ni comida ni clientes, se volvió el número uno en Londres. El lugar se llamaba “The Shed at Dulwich” (“El cobertizo de Dulwich”) y la lista de espera por una mesa podía ser de hasta cuatro meses; incluso, hubo quien ofreció patrocinios e hizo propuestas de inversión para el sitio. Pero su prestigio fue solo una ilusión del mundo digital.Oobah Butler, un joven británico que se dedicaba a redactar reseñas positivas a restaurantes sin visitarlos, decidió hacer un experimento: en 2017 registró un restaurante falso en TripAdvisor y en el jardín de su casa montó platillos inexistentes, algunos armados con espuma de afeitar, pastillas para el baño y colorantes; les tomó fotos y las subió a la plataforma.Al principio, su “restaurante” estaba en los últimos puestos de la plataforma, de entre 18 mil opciones. Así que le pidió a algunos amigos y gente cercana que dejaran reseñas favorables sobre el sitio y logró colocarse entre los mejores 10 mil del ranking. Antes de un año, ya era el número 1, el mejor calificado de Londres. Todo gracias a una reputación ficticia, construida a base de reseñas falsas, fotos bien pensadas y una buena narrativa… convirtió una mentira en éxito viral.La historia de Butler exhibe cómo las redes pueden moldear la realidad. Y la lógica suele ser la misma: si se ve bien, si se comparte mucho, entonces debe ser cierto. Pero solemos olvidar que hoy, en internet, todo, absolutamente todo, puede ser digitalmente manipulado: desde imágenes, reseñas y encuestas hasta la creación de personajes, estilos de vida o noticias falsas, las famosas “fake news”.¿Cuántas veces no hemos caído en la trampa de la viralidad? Compartiendo historias o contenidos que nos parecen sorprendentes, sin siquiera verificar su autenticidad; dejándonos llevar por la novedad y la emoción, no por la veracidad. En México lo vivimos a diario con negocios que son virales por un TikTok o figuras públicas que construyen sus propios personajes en internet, basando el “éxito” en mera percepción, en imagen y algoritmos.En la era de los likes y las reseñas, los usuarios necesitamos cada vez mayor pensamiento crítico y educación mediática para no confiar ciegamente en lo que vemos en línea. Ante tanta basura, desinformación y manipulación en las redes, en México se carece de educación básica para la recepción crítica de la información, para formar desde la primaria tanto a infantes como a profesores.El restaurante de Butler nunca sirvió una comida real, pero nos dejó servida una lección: en la mesa del internet, la reputación y la credibilidad también se cocinan. El reto ya no es encontrar lo más popular, sino lo más verdadero.