La Teoría de las Capacidades de Martha Nussbaum, una filósofa norteamericana con un enfoque holístico para la justicia social, propone que todo gobernante debe aspirar a redefinir su papel en el poder para alcanzar una mejor comprensión y ejercicio de la justicia social, en lugar de centrarse únicamente en la distribución de bienes materiales y el cumplimiento de las leyes.Nussbaum plantea que el bienestar humano se mide por la capacidad real de las personas para llevar a cabo una vida digna. Esta capacidad no se limita a tener bienes materiales o una mejor infraestructura —que, desde luego, no hay que descuidar—, sino que implica un conjunto de posibilidades y oportunidades que permitan un mayor crecimiento de la población.La autora identifica un conjunto de diez capacidades humanas fundamentales que considera esenciales para una vida digna:La capacidad de vivir una vida más plena.La capacidad de tener buena salud, tanto física como mental.La capacidad de proteger la integridad de nuestro cuerpo.La capacidad de usar nuestros sentidos, imaginar, pensar y razonar.La capacidad de establecer vínculos afectivos con otras personas y experimentar una amplia gama de emociones.La capacidad de participar en actividades que le den sentido a nuestra vida.La capacidad de formar relaciones de amor, amistad y solidaridad con libertad.La capacidad de vivir en relación y armonía con la naturaleza.La capacidad de jugar y divertirse, incluido el deporte.La capacidad de participar en la vida política e influir en las decisiones del Gobierno.Con esta teoría, los gobernantes pueden identificar las desigualdades ocultas, pues no sólo se trata de medir la riqueza material, sino también de evaluar si las personas tienen las oportunidades para desarrollar las capacidades mencionadas.De esta forma, es posible identificar dónde están las carencias y diseñar políticas públicas que promuevan una mayor igualdad de oportunidades.Más que el crecimiento económico y material, importa el crecimiento de las personas. Gobernar va más allá de administrar y hacer cumplir los reglamentos y las leyes.La tendencia es enfocarse en un desarrollo humano más que económico.Aunque ciertamente hay muchos retos y desafíos que superar, como la medición del bienestar —pues es complejo definirlo y medirlo de manera objetiva—, lo que dificulta evaluar el impacto de las políticas públicas. Además, siempre surgen conflictos de intereses, y ponerse de acuerdo es un lío en las esferas del Gobierno.También está la presión política a corto plazo, que puede dificultar la implementación de políticas a largo plazo con un impacto duradero.Aun así, vale la pena redefinir la tarea de los gobernantes y buscar los cambios que nos conduzcan a una mayor calidad de vida y progreso social.