Apenas en junio pasado el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) reveló que Jalisco era el Estado de la República Mexicana con la mayor percepción de corrupción. En aquel momento escribí en este mismo espacio que ese resultado dejaba muy mal paradas a las autoridades, pero lo más preocupante, confirmaba también el fracaso de un Sistema Estatal Anticorrupción (SEA), que en los inicios de su construcción en el sexenio pasado nos hizo albergar esperanzas de que por fin sería un modelo que contuviera y sancionara las corruptelas de la clase política y gubernamental en el manejo de los recursos públicos que les confiamos.El elemento más alentador de aquel sistema que inició de forma incipiente sus trabajos un día como hoy pero de 2017, era el componente ciudadano que lo distinguía de los esquemas de siempre, que dejaban la fiscalización exclusivamente en manos de las burocracias, que se han caracterizado más por ser comparsas y beneficiarios de la corrupción, que por haberla combatido un solo momento. Ahí está el paradigmático caso de la Auditoría Superior del Estado de Jalisco (ASEJ), que estuvo secuestrada una década, y cuya liberación, habrá que decirlo, no ha contribuido como se hubiera querido al combate a la corrupción.Esa esfera ciudadana a la que me refiero, es el Comité de Participación Social (CPS) a cuya presidencia llegó ayer el ex árbitro electoral y académico, David Gómez Álvarez, y quien a su llegada como consejero de ese cuerpo colegiado en el 2020 fue blanco de una fuerte embestida desde el poder por haber cuestionado, junto con las y los integrantes del CPS, el desaseado proceso en los nombramientos de integrantes del Consejo de la Judicatura y exigir la reposición del proceso. Desde ese momento que el CPS fue incómodo, además de las presiones y la intimidación con denuncias penales a sus integrantes, vino la infiltración de los espacios ciudadanos y libres que le dieron origen al SEA, como el Comité de Selección, hasta prácticamente anularlo. Ayer Gómez Álvarez evocó a Jesús Reyes Heroles para lanzar el mensaje de que lo que resiste apoya, por lo que el CPS, dijo, resistirá y buscará ser “puente de colaboración pero también dique de contención”.El reto, por las resistencias de la clase política y gubernamental a la que le estorba un sistema anticorrupción sólido y funcional, es monumental. Por eso David lo primero que tiene que hacer es mandar señales de que el Sistema Anticorrupción que ahora dirige no es ya un sistema fallido. Para ello sería un buen inicio que dé con la fórmula de activar un Comité Coordinador del SEA que integra la ASEJ, la Fiscalía Anticorrupción, el Instituto de Transparencia, el Tribunal de Justicia Administrativa, el Consejo de la Judicatura y la Contraloría del Estado, que nunca ha trabajado con espíritu de cuerpo y que en su momento dejó solos a las y los integrantes del CPS cuando fueron acosados por el poder. Veremos.jbarrera4r@gmail.com
