Martes, 05 de Agosto 2025

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“¿No se te hace raro que tu hija no te conteste el teléfono?” (II)

Por: Jonathan Lomelí

“¿No se te hace raro que tu hija no te conteste el teléfono?” (II)

“¿No se te hace raro que tu hija no te conteste el teléfono?” (II)

Eso le dijeron a Marisol, madre de Renata, y colgaron. Comenzó a preocuparse cuando su hija de 16 años no se comunicó después del mediodía. La telefoneó sin éxito.

La app móvil Life360 -que ambas tenían para geolocalizarse- marcaba la prepa como último punto.

Le marcaron otra vez. Se identificaron como los de “la plaza”.

“Tu hija -le dijeron- anda de hocicona; para que ya no la busques, ya se la cargó”. Y colgaron.

Minutos después Marisol recibió una tercera llamada. En el identificador, en vez de número desconocido, aparecía La Empresa.
“Necesito que me juntes 300 mil pesos en dos horas -le advirtieron- o nos vamos a cargar a tu hija”.

Obligaron a Marisol a permanecer en su domicilio. Por fortuna, una vecina la acompañaba. Poco después llegó la Policía municipal.

Le pusieron un audio en donde Renata daba el nombre completo de su papá y el de Marisol. “Era su voz, lo supe”.

Era una llamada grabada del secuestro virtual de Renata que relaté en la columna de ayer.

Todo el tiempo la insultaban y amenazaban con hacerle cosas horribles a su hija.

Le daban datos personales de Renata. Eso lo hacía más creíble y angustiante. “Así como ellos me alteraban, ellos mismos me calmaban”.  

Los extorsionadores la presionaban para conseguir el dinero. “Si no vamos a ir por todos”.

La policía municipal intentaba calmarla. Le decía que era un secuestro virtual. Le sugirieron enviar a Renata un mensaje de texto, no de WhatsApp.

Pasadas las cuatro de la tarde, Renata respondió: “Dejen de mandarme mensajes porque me va a ir peor”. Marisol sintió desmayarse. Dudó. ¿En verdad la tenían?  

Todo terminó cuando la exigencia del pago pasó de 300 mil a “mínimo 20 mil pesos”. Les dijo que podía juntar 35 mil pesos.

“Es lo que te voy a poder conseguir -le dijo al extorsionador-. Lo único que te pido de prueba es que me mandes la foto de su tatuaje. En cuanto me la mandes, te deposito”.

Marisol y Renata se hicieron un tatuaje en el brazo cuando la menor cumplió 15 años. Los extorsionadores colgaron por última vez. En ese momento liberaron a Renata cerca de las siete de la noche en la Central Vieja de Guadalajara, a 40 km de su hogar.

La reflexión de Marisol es valiosa: “¿Qué hizo falta? Que yo le hablara a mi hija sobre eso, mi hija sabe que hay peligros, pero nunca le hablé de la extorsión telefónica ni los secuestros virtuales”.

Han pasado dos meses. Renata va a terapia. Aún no se anima a viajar sola en camión: “Después de eso pasé como una semana encerrada en mi casa, lloraba, tenía miedo. Ahorita ya salgo al parque de mi casa y a Guadalajara voy, pero escondida y con mi familia”.

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