Miércoles, 25 de Diciembre 2024

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Las razones de Lucía

Por: Jonathan Lomelí

Las razones de Lucía

Las razones de Lucía

Lucía, 50 años, abogada y maestra en derecho, inició su ensayo de tres cuartillas -requisito para inscribirse como aspirante a juez en la elección judicial- con una cita de Francisco I Madero: “Un buen Gobierno sólo puede existir cuando hay buenos ciudadanos”.

Frase debatible, ¿no? Al menos conversable.

Sin filiación partidista, Lucía decidió inscribirse en la contienda inspirada en una sentencia de Epicteto: “El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el paso a los indignos”.

Con 30 años como litigante en materia familiar, civil y mercantil, está convencida que el Poder Judicial necesitaba una sacudida, aunque reconoce que su implementación ha sido apresurada.

Nunca intentó concursar una plaza como juez federal. Prácticamente, dice, es imposible por el nepotismo que existe en el Poder Judicial Federal. Sólo entran familia, recomendados e integrantes del mismo círculo, asegura. Hay excepciones, claro, pero no justifican una aspiración viable (“se sienten dioses”, ríe).

Obtuvo sus cartas de recomendación de cuatro vecinos y una amiga notaria. Ese requisito, motivo de sorna en una conferencia en Harvard, a Lucía le hizo sentido hasta que las solicitó: “si tienes un vecino transa, mala persona, por supuesto que no le das una carta de recomendación; ahí cobra sentido eso de la buena reputación”.

¿Se puede acceder a la justicia con este sistema?, pregunto. En sus tres décadas como litigante, Lucía está convencida de dos cosas. Se puede ganar un asunto sólo con estudio y trabajo, pero es innegable que, la mayoría de las veces, también se necesitan relaciones.

¿Corrupción? Claro que la hay. Sobre todo en la justicia local. Allí queda patente en la asignación manipulada de casos relevantes a ciertos jueces.

Sobre el repentino registro de aspirantes en sólo tres días, que pasó de 9 mil a más de 33 mil, cree que probablemente las y los abogados no dimensionaron el área de oportunidad: “todo mundo creía que era una vacilada”.

Lucía no lo duda: apoyaría que su hijo fuera abogado. “Yo sí tengo valores, tengo hijos. De resultar elegida, yo sí lucharía por la justicia”.

¿Llegarán realmente los perfiles ciudadanos, apartidistas, como Lucía y Fernando, cuyo caso expuse ayer en mi columna? ¿O sólo le estamos abriendo la puerta grande a un nuevo linaje de indignos?

jonathan.lomeli@informador.com.mx

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