Viernes, 27 de Diciembre 2024

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“La bigotona” y el acoso escolar

Por: Vania de Dios

“La bigotona” y el acoso escolar

“La bigotona” y el acoso escolar

A la salida de la secundaria estaba “la bigotona”, nunca supe cómo se llamaba; no iba en la escuela, era mucho mayor, bastante ruda y conocida por gustarle provocar peleas. Una simple mirada bastaba para que, en tono retador, soltara un “¡¿Qué me ves?!” y buscando agarrarse a golpes. Un mal día mi mejor amiga se cruzó en su camino.

En ese entonces ni siquiera existía la palabra bullying, pero nada describiría mejor el acoso, las amenazas y el hostigamiento que sufrió mi amiga por “la bigotona” y su secuaces.

Estábamos en el turno vespertino y una noche, a la salida, sin decir ni “agua va”, “la bigotona” se le fue encima a mi amiga, la aventó contra la reja de la escuela y la comenzó a golpear. “Hasta patadas en la cabeza me dio”, recuerda mi amiga, tres décadas después de esa pelea. 

Nadie las grabó, la tecnología no era la de hoy, pero sí hubo gritos a su alrededor para que siguieran golpeándose, azuzándolas. “Me hubiera podido ir más mal”. Pero tuvo suerte -si es que así puede llamársele- porque esa noche un joven, que tampoco era estudiante de la escuela, se metió a separarlas y paró la golpiza.

Hace unas semanas, afuera de la secundaria 518 anexa a la Normal de Teotihuacán, las circunstancias para Norma Lizbeth fueron totalmente distintas; trató de ponerle un alto a su agresora, otra estudiante que desde hace meses la “bulleaba”, pero a la joven nadie la defendió. La otra adolescente agarró una piedra y la golpeó con saña en la cabeza, mientras el resto grababa y gritaba como si fuera un vil espectáculo.

Norma Lizbeth, de 14 años, murió el 13 de marzo por traumatismo craneoencefálico, a consecuencia de la agresión. Nadie tuvo ni el coraje ni la empatía ni mucho menos la sensatez de aquel día frenar la pelea. Tampoco las autoridades escolares tuvieron el criterio ni el interés en atender el caso, fueron omisas y negligentes, estaban enteradas de las agresiones que sufría la joven, pero lo minimizaron. 

El acoso y hostigamiento escolar no es nuevo; sí, hoy tiene un nombre: bullying, pero ni autoridades educativas ni adultos y familias hemos logrado ponerle fin, reducirlo, prevenirlo o, al menos, atenderlo de manera asertiva. La seguridad y el desarrollo sano de las y los infantes es una responsabilidad colectiva. 

Las niñas, niños y adolescentes necesitan saber a quién acercarse si sufren de bullying o violencia en la escuela y, sobre todo, tener la certeza de que les harán caso, de que se les protegerá; es obligación de las instituciones educativas darles seguimiento. ¿De qué sirve que una o un menor denuncie las agresiones si no se resuelve el conflicto ni se le da seguimiento?

La agresora de Norma Lizbeth, también de 14 años y detenida el 17 de marzo, ya fue vinculada a proceso por el delito de homicidio calificado. Este caso es una cruda muestra de lo irresponsable que es tratar de reducir o minimizar el acoso escolar a un conflictos entre niñas y niños. 

Más valdría que como adultos responsables y como padres empecemos a enseñarles a las y los menores que no se trata de grabar las peleas y mucho menos fomentarlas, sino encontrar las alternativas para -sin ponerse en riesgo- detener el enfrentamiento; dejar la videocámara y quizás buscar inmediatamente la ayuda de un adulto sería buena opción. Se trata de dejar el morbo y fomentar la paz.

Instagram: vania.dedios

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