Lunes, 20 de Octubre 2025

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Infiltración delincuencial… ahora sindical

Por: Jaime Barrera

Infiltración delincuencial… ahora sindical

Infiltración delincuencial… ahora sindical

Focos rojos se encendieron la semana pasada con la detención, en la Colonia Jardines del Bosque del municipio de Guadalajara, de Nazario Ramírez “N”, secretario del Frente Transportista de la Federación de Trabajadores de Jalisco (FTJ), filial de la central obrera de origen priista, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), acusado de ser parte del Cártel Nueva Generación (CNG).

Sobre todo, por el roce y la relaciones que mantenía con autoridades estatales y municipales de Jalisco y de Puebla, donde operaba. Se presumía en sus redes sociales con fotografías desde con el ahora gobernador Pablo Lemus, como con el de Puebla, Alejandro Armenta Mier. Con el ex secretario de Gobierno de Jalisco, Enrique Ibarra; la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo; y con alcalde de Tlajomulco, Gerardo Quirino Velázquez, los tres de extracción emecista, hasta con la alcaldesa morenista de El Salto, María Elena Farías, así como con el alcalde de Oriental, municipio poblano, Fidel Flores, también morenista, entre otros muchos personajes.

Y es que de nexos con la delincuencia organizada de policías, empresarios, y varios personajes de la clase política y gubernamental, se ha hablado en Jalisco desde que en 1985 se visibilizó como nunca el aterrizaje en Jalisco desde años antes del Cártel de Sinaloa que se convirtió en el Cártel de Guadalajara, por el secuestro y muerte del agente de la DEA, Enrique “El Quiqui” Camarena Salazar, de lo que se acusó a sus líderes Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo.

Más aún ocho años después con el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el 24 de mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajara, cuando, según la versión del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, su muerte fue casual al ser confundido con Joaquín “El Chapo” Guzmán, que también se había avecindado en Guadalajara, y le disputaban la plaza los hermanos Arellano Félix, jefes del cártel de Tijuana, y quienes ese día habían ordenado matar al ya líder del cártel de Sinaloa.

Desde aquellos episodios se ha señalado que el creciente poder corruptor y de fuego que ha tenido el narco no se podía dar sin la complicidad de los tres niveles de Gobierno y sus corporaciones policiales y militares. Se habló de funcionarios del Gobierno federal, estatal y municipal, pero sólo se habían dado detenciones en Jalisco de jefes policiales y militares como el General José de Jesús Gutiérrez Rebollo, detenido en febrero de 1997, por sus presuntos vínculos con Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”, líder del cártel de Juárez.

La infiltración delincuencial ahora en el sindicato filial en Jalisco de la más importante central obrera del País, que da por hecho el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, Omar García Harfuch, al anunciar la detención de Nazario “N”, por considerarlo operador logístico del CNG, ejecutor de extorsiones, cobro de piso y tráfico de droga, no tiene precedentes. 

Por eso habrá que ver si su captura, que se suma a la del alcalde de Teuchitlán preso por el caso del Rancho Izaguirre, revela alguna otra red de complicidades de autoridades que le daban protección ahora que la FTJ, políticos y autoridades se han deslindado públicamente de él. 

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