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El llamado y la visión de la primera rectora

El llamado y la visión de la primera rectora
El pasado martes 1º de abril, la maestra Karla Planter Pérez asumió la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara por un período de seis años. Su discurso de toma de protesta fue propio de su formación profesional humanista, con un sentido de discusión filosófica, ética y política suficientemente claro para caracterizar los retos sociales, culturales y educativos que tenemos por delante. Intentaré recuperar un par de cosas, para atraerlas a la discusión de nuestros problemas actuales, usando algunas de sus ideas bajo mi propia interpretación (y en eso soy enfática). Dicho sea de paso, lo hago por si alguien de la clase política y empresarial del Estado no dimensionó bien sus múltiples ideas.
Al reconocer la crisis de las democracias en el mundo, que han profundizado las desigualdades estructurales que cimbran la paz, la certeza y la esperanza, reconoció que la emergencia de los fundamentalismos, los extremismos y la polarización que viven las sociedades se ven exacerbadas por una profunda crisis de los Estados nacionales, que no han sabido enfrentar las violencias desde una gobernanza que se aleje de las ideologías y se nutra del entendimiento del entorno, la cotidianeidad y los contextos bajo lógicas de diálogo y unidad. Desde esta visión hizo referencia a la crisis de desaparición en México y Jalisco, calificándola como una emergencia nacional, un acto de barbarie y de exterminio que requiere de la unidad nacional para trabajar por la verdad, la justicia y el respeto a los derechos humanos.
Desde una visión filosófica, hizo un llamado a que, como integrantes de la comunidad universitaria y como sociedad, podamos superar la pérdida de certezas que el “nihilismo de la vida” (esa corriente que niega los valores, así como el conocimiento objetivo y moral) combatiéndolo desde la gestión de la incertidumbre a través del diálogo, la crítica racional y la incorporación de las diferencias. Refirió de manera sutil pero clara buscar que, como sociedad, nos alejemos de la demagogia política que se dedica a producir mentiras y a vivir desde la superficialidad. Hizo un llamado a rechazar la opresión, el odio y la intolerancia como forma de vida para trabajar más por la igualdad, la justicia y la dignidad.
Refirió la urgente necesidad de fortalecer la “ciencia de frontera” no solo dentro de la UdeG, sino en todos los sectores políticos y productivos. Y para ser clara y que se comprenda, la ciencia de frontera es aquella expansión del conocimiento que, más allá de las disciplinas tradicionales, busca, mediante la interdisciplina, construir comprensión y solución a problemas complejos, incertidumbres, crisis y emergencias sociales que van más allá de los límites. Es decir, una invitación a que los problemas del Estado puedan ser abordados por diálogos creativos, sensibles y siempre abiertos a saberes diversos, desde donde se busque y se construya la comprensión y la verdad. Importante este llamado, porque solo trans y multidisciplinarmente es que podemos acercarnos a las problemáticas de los entornos y contextos sociales desde lógicas complejas y no desde las realidades unívocas que crea el poder.
La rectora Planter hizo un llamado a la comunidad universitaria a seguir formando públicos y a apostar más profundamente por la formación de lo colectivo y lo comunitario desde lógicas dialogantes, horizontales y con libertad. Desde ahí entonces, de manera sutil, nos conminó a recuperar la grandeza de lo cotidiano, colocando en el centro, como valor fundamental, la esperanza, el diálogo, la inteligencia y el respeto. Su toma de protesta no fue entonces solo un acto discursivo, sino una profunda reflexión política a trascender la frivolidad y trabajar para deconstruir las desigualdades sociales. La pregunta es si los actores políticos, sociales y empresariales pueden estar abiertos a formas de diálogo distintas, a no sentirse ofendidos ante quien piensa y es diferente, sino a respetarle, aprendiendo desde esas propias diferencias. La pregunta es si estamos dispuestos, como sociedad, a dejar las jerarquías y la verticalidad para apostar por la horizontalidad y lo colectivo, a que todas, todos y todes seamos más incluyentes y comprensivos para resignificar la esperanza. La rectora nos conminó a ser distintos. ¿Qué tan listos estamos para sentirnos y formar parte de una nueva esperanza dejando de lado la frivolidad?
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